En la astrología, los retornos planetarios son momentos clave en la vida de una persona, en especial en el caso de los planetas transpersonales (Saturno, Urano, Neptuno). Cada “retorno” se produce cuando ese cuerpo celeste completa su recorrido y vuelve al signo y punto exacto donde se encontraba en el instante de nuestro nacimiento.
Por ejemplo, quizá escuchaste hablar de los retornos de Saturno, que se dan cada 28 o 29 años, en tres etapas distintas de la vida. Tal vez, te comentaron algo sobre la conexión entre el medio retorno (una oposición) de tu Urano natal con la “crisis de los 40”. Pero ¿sabías que otro de los retornos fundamentales es el de Quirón?
La astróloga Ailén Partesano explica en su libro Quirón, la llave de la sanación en la astrología (Ed Grijalbo), qué implica este movimiento y por qué su simbolismo lo convierte en uno de los más importantes. En principio, precisa que Quirón “demora entre 49 y 51 años en dar una vuelta al Sol. Ya que su órbita es irregular, dependerá del signo en que tengamos a Quirón en nuestra carta natal”.
La autora indica que el retorno, cerca de los 50 años, marca un proceso para replantear, revisar e incluso reivindicar esa herida primaria, especialmente si sigue siendo una asignatura pendiente para la persona en ese momento de vida.

“El retorno de Quirón configura un gran escenario para la resignificación de lo que representa en nuestra carta natal. El tiempo, la distancia con el pasado doloroso, la sabiduría que nos da crecer y madurar, nos permitieron ir cultivando herramientas para adquirir confianza y reconocer nuestra resiliencia. Este volver a comenzar del proceso quironiano es un renacer del arquetipo en nuestra vida, de cómo lo expresamos, de cómo lo canalizamos”, afirma.
El regreso al Quirón natal: se quiebra una coraza para poder sanar y renacer
En palabras de Partesano, el regreso al Quirón natal funciona como “un punto bisagra en la línea del tiempo de cada uno”, un “momento para hacer las paces con el propio pesar” y una invitación a “abrir el camino del corazón”.
La astróloga resume este momento de vida en una palabra: la rendición. No hay que confundirlo con la resignación, sino entenderlo como una aceptación profunda y activa de un proceso doloroso. Ella aclara que se trata de una rendición en el sentido de que "no podemos seguir escapando de los que nos duele, de lo que nos rompió o rompe el corazón y ahí se quebrará una coraza, es en esa cruda vulnerabilidad que se puede presenciar un renacer”.

Aunque haya un quiebre, Partesano alienta a ver en este momento de vida una gran oportunidad: “Si hemos hecho sacrificios para tapar el dolor, si hemos sacrificado algo puro de nuestro ser, si hemos adquirido comportamientos por lo insufrible del vacío que produce la herida, el retorno de Quirón es un gran llamado de atención, es una gran posibilidad de alquimia, de balance”, escribe.
Eso sí, el retorno del “sanador herido” no podrá pasar desapercibido ni evitarse. Especialmente porque podría significar que aquello que hacíamos para sanar las heridas de los demás era el bálsamo que precisábamos para nosotros mismos. “Quizá lo que antes conseguíamos haciendo sacrificios, tapaban o menguaban un poco el dolor, pero ya no. Ahí se derrumba un mundo, se derrumba una profunda identificación con la herida, ya no es funcional ser ‘quien se sacrifica’, estas ruinas son el escenario perfecto para volver a casa, para volver al amor, para recordar que podemos estar en presencia de nuestro dolor, del vacío, para dejar de taparlo con algo externo”, detalla la astróloga.
¿La crisis de los 50?: cómo Quirón se asocia con los cambios de vocación
Para Partesano (@cuspiderosa), es bastante frecuente que durante este retorno planetario muchas personas encaucen su búsqueda de trascendencia hacia la sanación individual. Puede que haya un cambio de rumbo o de profesión, una voluntad para incursionar en saberes que nos lleven hacia el autoconocimiento, una invitación a ser nuestros propios maestros y sanadores.

En ese sentido, la autora ve en la astrología “un mapa para poder poner perspectiva a estos ciclos de cambio de dirección, hacia donde se van moviendo los vientos del cambio y del destino”.
Entonces, queda claro que el retorno de Quirón es un punto de inflexión personal, “como si nuestra alma y el destino nos tiraran de la manga para ver dónde estamos posicionados con respecto al relato primigenio de nuestro dolor y lo que hemos construido en nuestra vida sobre la base de esto”.
La astróloga añade que, aun en medio de esa coyuntura, podemos convertir la vuelta al Quirón natal en “un gran momento de aceptación, de perdón, de hacer las paces en un nivel tan profundo, místico, pero absolutamente real de nuestra experiencia humana”.

“Sea la forma en la que transcurra el retorno de Quirón, algo cuasi mágico busca florecer para romper capas de nuestro ego que sigue absolutamente identificado, reprimido y limitado por el dolor —escribe la autora—. Considero que puede ser una gran plataforma para utilizar el ego como el gran vehículo que puede ser: direccionar lo que creemos que somos para que sea un puente, para que se exprese lo más puro de nuestro ser”.
En ese punto de la explicación, Partesano hace una aclaratoria importante: no quiere decir que hasta los 49, 50 o 51 años no vamos a poder integrar, asimilar y poder encauzarnos en el servicio, ni en la bondad o empatía que representa Quirón en nuestra carta natal. “Es un proceso que nos acompaña desde siempre”, dice, pues, al igual que una espiral, con sus ciclos nos invita a desarrollar la toma de consciencia durante toda la vida.
“Es esencial la humildad de saber que siempre podremos aprender más sobre nosotros mismos y nuestras heridas, nos arrodillamos ante la sabiduría innata que late en cada uno cada vez que nos llega una lección desafiante y dolorosa”, concluye.
Con información basada en el libro “Quirón, la llave de la sanación en la astrología” (Ed. Grijalbo) de la astróloga Ailén Partesano, en Instagram @cuspiderosa.
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