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      El provocador deseo de un psicólogo: “Ojalá que en estas vacaciones tus hijos se aburran”

      Cómo combatir las pantallas 24x7, el síndrome del álbum lleno y ayudarlos a gestionar el tiempo libre.

      El provocador deseo de un psicólogo: "Ojalá que en estas vacaciones tus hijos se aburran"Niños y niñas pegados a las pantallas, una "triste manera de pasar el verano", dice Schujman.

      Es mediodía, suena el timbre, la madre saluda desde el auto, la niña entra a su sesión.

      Tardo menos de un minuto en servir dos vasos de agua, cuando entro al consultorio le encuentro hecha un ovillo, durmiendo profundamente.

      Se despierta con el cerrar de la puerta, abre los ojos como puede y me cuenta: "Dormí tres horas, me quede chateando con amigas". Tiene 12 años, es enero en Buenos aires, y las vacaciones son una serie de problemas. Algunos son los siguientes:

      ➪Sufre de monitores encendidos 24 x 7.

      ➪Sufre de padres que no saben cómo ayudar y acompañar a sus hijos en la gestión de su tiempo libre.

      ➪Sufre del síndrome de álbum lleno (este proceso en el que los padres por miedo a que los hijos sufran les taponan todos los huecos y les dan absolutamente todo lo que está a su alcance).

      Entonces digo, desde mi más profunda convicción profesional: ojalá que en estas vacaciones tus hijos se aburran.

      Hemos derribado los padres en las últimas décadas la fábrica más importante, la de creatividad e imaginación, que usa el aburrimiento como trampolín para las nuevas ideas y las aventuras del vivir.

      Cuando los chicos pasan "entretenidos" horas y horas del día hasta entrada la madrugada con monitores, consolas de juego, los ojos rojos, las manos tiesas y el cuerpo quieto, encuentran una triste manera de pasar el verano.

      Del aburrimiento pueden salir creativas maneras de divertirse.Del aburrimiento pueden salir creativas maneras de divertirse.

      Permitamos que los chicos se aburran y en el aburrimiento encontrarán, ayudándolos en eso, maneras creativas de divertirse, volver a jugar, de inventar juguetes, soñar historias, dibujar rompecabezas, salir al patio, a la plaza y todo lo maravilloso que tiene la infancia. Ayudemos a que nuestros chicos puedan volver a aburrirse para que sigan siendo niños. Cuidemos el tesoro del soñar, del creer, del crear y del jugar.

      Este fenómeno de chicos que no saben aburrirse y adultos que no lo permiten comienza con la trampa en la que caemos los padres cuando queremos limitar la demanda inagotable de los hijos con "chupetes electrónicos" y después quedamos atrapados en nuestra propia estrategia.

      El gran mal en estos años de crianza de los hijos es el de estas generaciones de padres amorosamente tibios a los que les cuesta regular y sostener los límites que desde el sentido común no dudarían en poner.

      Pero la implementación se les hace compleja por las propias limitaciones.

      La salud de los hijos no es solamente cuidarlos de las enfermedades, es educar la paciencia, el que entiendan y acepten el NO entre otras cosas.

      Recuperar los juegos al aire libre, una deuda pendiente.Recuperar los juegos al aire libre, una deuda pendiente.

      "¿Que querés que haga? Todos los chicos están todo el día con los celulares, no hay manera."

      "Vos tendrías que estar en casa para ver el escándalo que hace cuando tratamos de que apague el teléfono o la consola de juegos, es una locura."

       Y así los padres negocian lo innegociable.

      Son dos decisiones que hay que tomar:

      1. No negociar con la salud de los hijos.

      2. Favorecer el aburrimiento y la frustración como terreno fértil para la esencia de la niñez, el pensamiento creativo como elemento de construcción por excelencia.

      Lo bueno se construye y el aprendizaje se da en los procesos.Lo bueno se construye y el aprendizaje se da en los procesos.

      El juego de los padres que ponen límites

      Propongo entonces (como en el ejemplo de esta pequeña paciente que desde que terminaron las clases dormía a contrarreloj) que se regule desde los padres el uso de tecnología de manera sencilla para evitar un tironeo agotador y una pulseada eterna (sobre todo con los adolescentes que confrontan más ruidosamente).


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