Soy Nico, tengo 28 años y soy un joven con discapacidad. No puedo hablar ni caminar, pero, junto a mis papás, siempre buscamos la forma de hacer posible lo que parece imposible. Desde 2013, cuento en este espacio las cosas que me pasan.
Hoy preciso contar y compartir mi historia con el papa Francisco, porque siento que se fue una de las personas que me dio la certeza de sentirme acompañado. ¡Gracias, Francisco!

Quiero saludarte porque, por ahora, no nos vamos a ver, pero no puedo despedirte sin decirte algunas cositas. Agradecerte porque vos me fortaleciste, me viste, me escuchaste y me respondiste amorosamente. Todo comenzó con una carta que te mandé a través de Aldo, un amigo que te visitaba. Llegó mi carta, la leíste y me respondiste con una carta manuscrita donde me aseguraste que mi ángel de la guarda y el tuyo son amigos.
Eso me gustó mucho porque pensé que, tal vez por añadidura, podía sentirte aún más cerca mío. Tu gesto me fortaleció y me hizo sentir más acompañado.


Pasaron los días, y en Asís leíste mi carta en el Hospital Bambino Gesú. Contaste mi historia a un montón de personas y dijiste: “Y, de nuevo, ¿cómo no sentirme desbordado cuando alguien tan inmenso tiene esos gestos?”
Mi carta decía que quería darte un beso, solo eso. Pudimos viajar a Roma; fue una fiesta, un sueño cumplido. Pero todavía hiciste más: te vimos el miércoles en la plaza, pude estar muy cerca tuyo y colgar la bandera que hice con mis amigos de Asociación en Defensa del Infante Neurológico (AEDIN).
Después fuimos a Santa Marta a la misa y pudimos charlar un rato. Me contaste que yo era famoso porque habían usado mi carta en la catequesis de toda Roma… Y otra vez me viste, me escuchaste y me ayudaste a alzar mi voz, que no es audible para muchos. No puedo dejar de saludarte, de decirte que te quiero y preciso pedirte un favor. Hace unos días se fue mi tía Xime; yo la quiero mucho y la extraño un montón. Sé que van a estar juntos, como nuestros ángeles de la guarda. Por favor, cuidala; que yo, desde aquí, rezo por vos y por ella.
Le voy a pedir a Eusebio, mi ángel, que junto al tuyo les hagan sentir mucha paz. ¡Gracias por tanto!
Marisa Mariani / MAMÁ DE NICO MARASCO [email protected]
EL COMENTARIO DEL EDITOR
Por César Dossi
La caricia del Papa y la pluma de Pablo
Nico padece una parálisis cerebral y EPOC, pero ello no es impedimento para demostrar su cariño, su felicidad y también sus caprichos: “Me encanta estar de buen humor. Trato de sonreír todo lo que puedo, porque sé que eso alegra la vida de las personas que me quieren”, relataba.
“No hablo ni camino, pero me hago entender”, fue una de las Mejores Cartas 2016, donde su crónica reflejaba su semblanza. Pero el primer vínculo que Nico y sus padres tuvieron con Clarín fue a través de una nota que les hizo Pablo Calvo: “La historia de Nicolás, el chico que le prestó un ángel al Papa”. Allí el periodista contaba que Nico le había escrito una carta al Papa, y que Francisco le había contestado, y también la leyó en su viaje a Asís, Italia.
Las alas de una carta, que hicieron llegar el mensaje al Cielo en la Tierra, fueron las del Pablo, publicada el 10 de noviembre de 2013. Y la respuesta no tardó en llegar a las manos de Nico. En una de las fotos de la carta dice, de puño y letra del papa Francisco: “Querido Nicolás, muchas gracias por la carta. Muchas gracias por llegar rezar por mí. Con tu oración vos me ayudás en mi trabajo, que es llevar a Jesús a todas las personas. Por eso, querido Nicolás, sos importante para mí. Y te quiero pedir, por favor, que me sigas ayudando con tu oración y también pidiéndole a Eusebio -el Ángel de Nico-, que seguro es amigo de mí Ángel de la Guarda, que también me cuide. Nicolás, gracias por tu ayuda. Rezo por vos. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. (Vaticano, 3 de septiembre de 2013).
Profundas y sencillas palabras dejaron en Nico la caricia de Francisco, con la ayuda de la pluma mágica de Pablo, a quien también recordamos por estos días, cuando un 6 de mayo de 2021 la pandemia del coronavirus que nos castigó a todos, se lo llevó en pocos días.
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