Los anuncios del jueves me parece que combinan aspectos macroeconómicos con sentido común. Creo que estas acciones ayudarán en ciertas áreas, aunque llevará tiempo. Esos aproximadamente US$ 230.000 millones no van a ingresar al sistema financiero inmediatamente; primero se convertirán en depósitos, luego en préstamos y finalmente contribuirán a aumentar las reservas.
Dicho esto, los impactos macroeconómicos de la formalización del bimonetarismo se verán con el tiempo, en función de que los imprescindibles nuevos marcos legales otorguen certidumbre a la repatriación. Será un proceso lento pero creo que era necesario dar este primer paso.
¿Estas medidas generan riesgos?
La verdad es que quien quiera lavar dinero o utilizar fondos ilícitos ya dispone de múltiples mecanismos para hacerlo. Además, asumir que la mayoría de los fondos que están fuera del sistema provienen del narcotráfico, de la trata u otras actividades ilícitas es incorrecto. Habrá que revisar en detalle las circulares del Banco Central, los decretos y los proyectos de ley para conocer los detalles exactos de estas medidas, pero estoy convencido de que la mayoría de esos fondos no provienen de actividades ilegales.
A su vez, es cierto que, en mayor o menor medida, muchos tienen dólares no declarados o fondos fuera del sistema financiero. Entonces, no tiene lógica que esos recursos sigan inmovilizados. Uno podría facilitar enormemente la transición hacia una economía más normalizada y lograr una reducción más sostenida y lógica de la inflación si permite la utilización de estos fondos.
Hay que preguntarse, ¿tiene sentido que alguien que quiere comprar un automóvil tenga que llevar el dinero escondido entre la ropa? ¿O que para adquirir un departamento se realicen operaciones fuera del sistema formal? Es evidente que no.
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