¿Cuándo Granizo, la nueva asociación de Guillermo lla, con el director Marcos Carnevale, el de Elsa & Fred, empieza a hacer agua? ¿Por qué la producción de Netflix reunió a gente talentosa de un lado y del otro de la cámara -actúa Pompeyo Audivert, Nicolás Giacobone es uno de los guionistas que ganó el Oscar por el libreto de Birdman, de Alejandro González Iñárritu- y el resultado es lo que es?
Granizo es una comedia que casi termina como una catástrofe -nada que el trailer oficial no cuente-, pero si no llega a ser una catástrofe de película es porque ahí está el carisma de lla.
Granizo es, también, la película que amarán los fans, los incondicionales del comediante que lo aplauden desde De carne somos, pasando por Casados con hijos y hasta Los Extermineitors, y que aborrecerán los que no se lo bancan.

Es que el filme está pensado, elaborado y proyectado con el andamiaje del costumbrismo que tanto triunfó en la televisión y tan mal le hizo al cine argentino, hasta que todo cambió a fines de los ’90 y comienzos de éste. En el caso de lla, cuando lo dirigió Juan José Camla -en TV y en el cine-, y el resto es historia más conocida.
Porque ver Granizo es como ver una de lla del siglo pasado.

Meteorólogo infalible
Todo está centrado en su personaje, Miguel Flores, un meteorólogo narcisista que va a debutar en el prime time con un programa propio (El show del tiempo). No le ha pifiado un pronóstico en 20 años, la gente lo saluda por la calle, lo aclama, le preguntan si a la noche el perro puede dormir afuera o si está bien colgar 20 kilos de ropa en la terraza para que se seque.
Y no, el tipo, tildado de infalible, dice al aire en su debut triunfal que la noche va a estar despejada, y a las 3 de la mañana cae lo que indica el título.

Si el cielo se vino abajo, la carrera de Flores, El infalible, también. La gente que lo idolatraba lo insulta, le pasan CBUs para que les pague los arreglos de los autos, lo sacan de la conducción del programa y lo reemplaza la “secretaria”, el personaje de Laurita Fernández algo copiado del de Reese Witherspoon en Legalmente rubia (perrito en mano).
Así, Flores, un egocéntrico que se enfocó en su carrera y que tiene a Osvaldito, un pececito al que le habla como su único amigo, busca refugio (¡!) en Córdoba, donde vivía él y lo sigue haciendo su hija Carla (Romina Fernandes), con la que no tenía buena relación. Si él ni siquiera le respondía los mensajes en el celular.

Granizo está plagada de convencionalismos y estereotipos, con la rubia tarada, el productor televisivo galán, el asistente afeminado, y así. Hay una subtrama, la del taxista fan de Miguel Flores, la de Peto Menahem, que podría cortarse y aquí no habría pasado nada. Al margen de que el abuelo que compone Norman Briski parece un apéndice de Esperando la carroza o de La Nona, y todas las situaciones en esa familia son extremadamente teatrales.
La desmesura es lo que prima, pero ojo, no en lla. Y eso que Granizo está estructurada a su alrededor.