Como si se tratara de jugadores de un equipo de fútbol, que llegan al estadio y enseguida van a probar el césped donde dentro de un rato van a librar su próximo partido, los integrantes de Escalandrum entran en la Catedral de Bariloche y antes de pasar al camarín improvisado detrás del altar, revisan las posiciones de sus instrumentos y algunos detalles del sonido.
Ahí está Daniel Pipi Piazzolla ajustando los "fierros" de su batería; Gustavo Musso, Damián Fogiel y Martín Pantyrer acomodando las sillas y los micrófonos para sus saxos, los dos primeros, y para su clarinete bajo el tercero; Mariano Sívori pidiendo un cambio de contrabajo por una avería en el que esperaba por él; y Nicolás Guerschberg recorriendo el teclado de su piano de ocasión.
En unas horas, los seis van a estar tocando en el marco del FIMBA (Festival Internacional de Música de Bariloche), en uno de los conciertos más esperados del ciclo. Una escala más en la agenda recargada que rige los movimientos del sexteto a partir de la reanudación de las actividades artísticas después de las restricciones más estrictas provocadas por la pandemia.

El itinerario incluye una escala en el Festival Konex de Música Clásica, interpretando compositores rusos, este miércoles 3 de noviembre a las 20; otra en el IV Festival Internacional 2021 Jazz Merlo con material de su álbum Piazzolla 100, este viernes 5; y una tercera, el próximo domingo 7, en el cierre del Festival Internacional Buenos Aires Jazz, en un plan jazzero, en la Usina del Arte.
Todo, acompañado con una reciente edición de lujo de 100, el álbum doble con el que tributaron a Ástor Piazzolla en el centenario de su nacimiento y sendos homenajes a Charly García, con una versión de No soy un extraño publicada en coincidencia con el cumpleaños, y a los Redonditos de Ricota, con una de Ji Ji Ji aún inédita.
Pero antes de poner en marcha el ensayo/prueba de sonido, a la que se sumará Elena Roger, para poner los planetas en línea de cara al encuentro con el público, los integrantes de "la gran bestia jazz" argentina se hacen un hueco para repasar el vertiginoso presente (y futuro) que surfean desde que volvieron a poner los pies en la ruta.

Vamos la banda
"Veníamos muy bien, hasta que apareció la pandemia y nos frenó. Pero ahora picó con todo. Con la nueva apertura pudimos empezar a presentar lo de María Elena Walsh -El reino del revés, con Elena Roger-, que salió justo en marzo del año pasado, pero también estamos festejando los 100 de Ástor y seguimos tocando 3001 - Proyecto Piazzolla", enumera Daniel Pipi Piazzolla, líder del grupo.
Y aunque el baterista no lo menciona, el lanzamiento de la edición de lujo de la caja que reúne 11 piezas del compositor y bandoneonista marplatense grabadas entre Abbey Road y el barrio de Once se inscribe, de algún modo, en esa vorágine que se fue gestando durante el período de encierro, para estallar apenas se abrieron las puertas. Las de sus casas, y las de los estudios ION.
"Ante la imposibilidad de hacer un cóctel y presentar el disco ante la prensa, a Horacio Sarría -manager del grupo- se le ocurrió hacerlo así, y se lo floreó de esa manera", dice Pipi, que extiende el mérito al equipo de trabajo que rodea a Escalandrum, y que incluye a "Warner Music, al estudio de diseño Planta Baja C, a su agente de prensa Marta del Pino..."

"Facu Rodríguez que es nuestro técnico de grabación y que nos hace sonido muchas veces afuera. Que fue quien nos salvó en el Lollapalooza... Cuando tocamos, nos llevamos a nuestro técnico y Escalandrum sonó increíble", agrega Piazzolla. "Tantas veces -agrega Guerschberg-, si no tenés esa suerte de contar con un técnico que sabe lo que necesitás, podés llegar a pasarla mal".
Los de afuera no son de palo
-Imagino que sí. Sobre todo en un escenario como el Lollapalooza que puede resultar hostil, en el sentido de que si la gente no se engancha te dejan tocando solo.
Piazzolla: Hostil para la propuesta. En un festival así como el Lolla está a full el subwoofer, que nosotros no usamos, porque te anula los detalles finos. Es la patada en el pecho. Y nosotros necesitamos que se escuche todo.
Hace unos diez años nos dimos cuenta de que sacando el subwoofer el grupo sonaba mucho mejor, más acústico. Pero eso es algo que no transan todos los sonidistas. Entonces, cuando vas con tu propio ingeniero, esas cosas son posibles.
Guerschberg: Después de 22 años, Escalandrum es un equipo que excede a los seis que somos sobre el escenario. Hay mucha gente que se puso la camiseta, también. Que son parte del equipo.

Piazzolla: Uno, con el recorrido vas encontrando afinidad. Y siempre priorizamos lo humano. Por eso el grupo está hace 22 años, nos llevamos bien, no nos peleamos ni nada. Y con quien se sume, como Elena (Roger), tiene que pasar algo parecido; si no, no prospera.
-¿Cómo manejaron la distancia, durante la pandemia?
Pantyrer: Nos extrañamos muchísimo.
Sívori: No nos vimos más. Cuando comenzó la apertura nos juntamos una semana antes para armar el disco 100.
Pantyrer: Fue muy loco para la historia del grupo. Porque en los últimos 15 años giramos mucho, estuvimos mucho juntos, más inclusive que con nuestras familias. Entonces, el hecho de no vernos fue un cambio total.
Fogiel: Por eso la grabación de 100 fue una bocanada de oxigeno muy grande, porque hicimos algo muy contundente que nos sirvió para cerrar ese proyecto en el medio del agotamiento. Eso estuvo muy bueno.
Ástor Piazzolla: la cantera inagotable
-En 100 volvieron sobre la obra de Piazzolla, que ya interpretaron en Piazzolla Plays Piazzolla y en 3001 - Proyecto Piazzolla. ¿Hay algún momento en el que esa cantera se pueda llegar a agotar">