"Este es mi lugar de trabajo, donde sólo tengo parte de mi libros de poesía. Son los libros de consulta poética. Tengo otra biblioteca aquí al lado y una más en casa. Este es mi estudio, donde hice mis últimos cuatro o cinco discos". Desde el otro lado de la pantalla, Jorge Drexler hace de guía por su "apartamento" madrileño, ubicado en Chueca, uno de los barrios de moda de la capital española.
Y aunque a primera vista el lugar se ve pequeño, el cantante y compositor uruguayo señala a su costado, apuntando a un salón en el que asegura que han llegado a grabar secciones de metales, dos percusionistas y baterías. "No es un estudio aislado completamente, pero tenemos buena relación con los vecinos e intentamos no grabar a deshoras", aclara.
Entonces, cierra la puerta para no interferir en el trabajo de Carles Campón, a quien Drexler define no sólo como "productor" de sus últimos discos, sino también como "compañero" de viaje e "ingeniero" de su sonido en vivo, y que ahora mismo trabaja en el nuevo álbum del músico.
"Estamos en ese proceso de transformar un grupo de canciones sueltas, disociadas por un período anómalo como fue el de la pandemia, con aislamiento incluido. A las canciones les pasó como a la sociedad, como a las personas; se separaron entre sí. Perdieron la cohesión entre ellas", avisa el artista, que hace foco en una de las cosas más importantes que le aportó el período de distanciamiento.

Lo que la pandemia le enseñó
"Aprendí que el proceso compositivo, que siempre pensé que es un proceso individual e introspectivo, lo es sólo en apariencia, y que hay una parte muy importante que yo no sabía que depende de la escucha y la mirada del otro", explica.
Y amplía la idea: "Siempre que escribí, lo hice entre conciertos, en giras, en conexión con el otro. Además, los domingos, que quedábamos para comer con amigos y tocar la guitarra, iba fogueando las canciones que iba haciendo y, sin darme cuenta, en el mismo teléfono en el que tenía la letra, mientras cantaba en la sobremesa del asado, cambiaba una palabra, repetía un estribillo..."
De lo que habla Drexler es del "laboratorio que le da la finalización a la canción; que la compacta y la vuelve un hecho innegable porque ya se la has mostrado a otros, o sea que deja de ser tuya". Ese momento en el que de todas las variantes posibles, el artista elige la que quedará registrada para siempre.
"En ese momento, la canción se aglutina -ploc- y se consolida. Durante ese período, escribí mucho y no pude consolidar nada. Empecé a hacerlo cuando comencé a tener nuevamente o social, tocando en vivo", concluye.
Volver a compartir
En ese plan, cuenta que para tener una canción nueva en la gira sacó La guerrilla de la concordia. "En la metáfora del canto grupal fue como retomar el abrazo grupal perdido, la voz grupal perdida, cantar en plural. Decir 'nosotros', 'armémonos…' Retomar el o y arriesgarte a cantar 14 personas juntas en una habitación, en la primera alemana en la que podíamos juntarnos", dice.
-Va en línea con tu condición de pionero en eso de hacer conciertos por streaming. El de San José de Costa Rica fue de los primeros...
-¡De casualidad! Porque el teatro se empezó a montar a la 9 de la mañana, a las 11 vimos que se estaba complicando todo y empecé a escribir la canción Codo con codo, para distribuirla en el concierto como protocolo, para que la gente no se diera la mano, que no se expusiera. Era algo nuevo, y pensábamos que la enfermedad se transmitía por el o y no por los aerosoles.
Pero a las 13 decidimos cancelar el concierto porque habían subido mucho los casos en cuestión de horas. Y la idea fue: no lo desperdiciemos, hagámoslo de alguna manera. Entonces, hicimos un concierto con todo: luces, escenografía, vestuario, sonido... Y todos pudieron acceder a verlo.

Ahora, lejos de aquel Codo a codo, Drexler acaba de estrenar Tocarte, un tema para el cual contó con el aporte de C. Tangana, con quien también publicaron Nominao, en el que la consigna va por el carril opuesto.
Crecer en un contexto opresivo y retrógrado
-De algún modo, Tocarte, está en las antípodas de Codo a codo. Pero pensaba en cómo te llevás con esa cuestión del o con el otro, teniendo en cuenta que pertenecés a una generación en la que tocar o tocarse estaba cargado de prejuicios, pudores y tabúes.
-Pero fíjate una cosa, muy importante. Yo te iba a preguntar qué generación no ha tenido ese pudor. Porque, igual que el deseo acompaña al ser humano desde su nacimiento, también lo hace el tabú. Pero luego se me ocurrió que sí, que hay una generación inmediatamente anterior a la nuestra que se tocaba más.
Es la de finales de los '60 y principios de los '70, cuando aparecen los anticonceptivos y el amor se vuelve una entidad libre; hasta que la búsqueda del amor libre, del o, todo eso, se cortó con la dictadura.
Somos una generación que tuvo todo su desarrollo afectivo y sexual en un contexto increíblemente opresivo y retrógrado como el que había en los '70/'80 en el Uruguay y en la Argentina también.
También lo vi en el baile. Es el mismo proceso, un pudor que tiene que ver con el cuerpo. El acto de bailar en público da tanta vergüenza como tocarse con otra persona, y a la vez tan necesario y tan terapéutico... Tengo un disco entero, Bailar en la cueva, que tiene que ver con esta pregunta. "Lo hago para quitarme a la dictadura de los últimos reductos de las articulaciones", decía.
Se fue de todo el cuerpo, ya hablamos de otra manera, tenemos libertad de expresión, podemos hablar de lo que pasó, podemos llorar, hacer una evaluación del pasado, de qué errores cometimos nosotros también. Podemos verlo todo, pero la traba física y también emocional es como cuando duelen en las articulaciones antes de la llegada de una tormenta. Duelen como una cicatriz. Están grabadas ahí.
Hacia un erotismo más frontal
Ese pudor, dice Drexler, es el que lo llevó a plantear un erotismo más frontal, en una canción que, confiesa le daba mucha vergüenza cantarla. "Por eso pido ayuda, a un tipo que tiene otra relación con la frontalidad del lenguaje", señala el cantante, que encontró en C. Tangana al socio ideal para su propuesta.

"Son cosas que me costaría mucho decir, pero en este caso es como estar detrás de un personaje. ¡Es tan reconfortante ponerse detrás de un personaje, dejar de ser uno mismo... Porque no sé vos, pero yo estoy bastante cansado de mí mismo. Encima escribo canciones con mi nombre y mi apellido, cuento mis experiencias personales, mis circunstancias vitales..."
Desde esa posición, el artista resalta lo bueno que se le hace observar un área tan importante como la del o humano, la sensualidad, el erotismo y la sexualidad, que aparecen también en el video, con otros ojos.
"Decir: si en la intimidad el o es tan frontal y directo, ¿tendré alguna manera de expresarlo en una canción? ¿Puedo investigar en ese sentido igual que investigué en el baile, en otras cosas…? Además, ¿cuándo mejor para hacerlo, que el momento en el que el o es más echado de menos?", reflexiona.
En ese marco, en junio de 2020 nació Tocarte, que además de tener a C. Tangana como el timonel de la nave, contó con el aporte de su hijo Pablo, y del productor Víctor Martínez
El artista revela que uno de los cuatro, que no es él, como tenía un familiar enfermo en la familia y no podía tener o con nadie para no llevar el virus a su casa, se reencontró con su novia después de cinco meses sin verse y no se pudieron tocar. "Cuando lo contó, dije que de eso teníamos que escribir", recuerda Drexler, que advierte que la canción quedo guardada.
-¿Por qué">