Lucas Martí se considera un hater positivo. Habla de "sacudir" para que pase algo. De “activar alarmas”. En una charla genial, a la que asistimos casi por casualidad, vemos al hombre que estuvo a la sombra de los Illya Kuryaki and the Valderramas “transportando una antorcha que la generación post Cromañón no está interesada en tomar".
La charla es mejor que cualquier entrevista que uno pueda lograr. Martí habla con Rodrigo Cañete, al frente de su tremendo blog LoveArtNotPeople. Los dos -el repudiado crítico de arte y el músico de culto- se conocen de batallas previas, y eso se advierte en las subtramas de la charla.
Imposible llegar al nivel de intimidad que logran. Los soportes técnicos, a esta altura, son lo de menos. Podría ser presencial y que no se alcance ni la mitad de lo que sucede vía Zoom. Cañete es autor del controvertido Historia a contrapelo del arte argentino, libro que escandalizó al mundillo. Dice: “En la Argentina, un morocho hijo de un boxeador guaraní no puede tener opiniones como las mías”.

Acerca de Lucas
Martí es el hermano de Emmanuel Horvilleur. Lideró una banda llamada A Tirador Láser. Ahora es solista desde tiempos inmemoriales. Creció cerca de Dante Spinetta y hasta tiene una traza de líneas ligeramente spinetteanas.
De pibe, Lucas no se animaba a levantar la cabeza. Un amigo se lo recordó: “Vos no mirabas a los ojos, ¿te acordás?” .¡Y cómo no acordarse! “Yo crecí entre Dante y Emmanuel. Sufrí un montón. Los dos tiraban patadas en sus videos, mostraban la japi en cámara, tenían una gracia espectacular… Y yo estaba ahí sin saber qué hacer. Con ellos aprendí un montón, pero fue traumático”.
Lucas Martí, según Cañete, es una especie de enano de la Corte al que se puede tomar un poco en broma, un poco serio. Lucas dice que sí, que se siente un poco enano porque marca su propio techo con un ademán corto, apenas por encima de su cabeza.

El hater positivo toma riesgos porque está espantado de su propio ámbito. “¡Estamos escuchando un solo ritmo…!”, se queja ante un público que lo cobija.
“En su obra, forma y contenido remiten a un pasado mejor que se pierde y al que los jóvenes le dan la espalda, o directamente ni se enteran”.
“Las canciones y videos de Martí nos hablan a los que tenemos más de 35 o 40 años, tal como lo hacen las series de Netflix. Las nuevas generaciones ignoran todas esas referencias, e incluso nos ignoran a nosotros”.
“Lucas siempre a un costado de las restricciones del sistema, las instituciones, lo establecido, lo mainstream, la mirada en el afuera. Una clara despreocupación por el que dirán o el encajar en alguna definición limitada o prefabricada”.
¿Elección u omisión?”, se preguntaría un CiberHamlet.
Todos sabemos coger es una de las últimas creaciones de Lucas. Singles de un solo lado que funcionan a la vieja usanza de un TDK dejado en la recepción de la Rock & Pop. Un single, una apuesta. Otro single, otra apuesta, hasta que, con suerte, se llegaba al concepto de álbum, ahora un fake, un sinsentido que puede estar menos relacionado al “concepto” que a la acumulación.
Ya nadie quiere escuchar un álbum y daría la impresión de que los artistas lo saben. Martí, en cambio, parece hacerse cargo de todo, entre otras cosas porque no integra la logia del “feat” que acompaña cualquier presentación.
El “feat” -la colaboración- es un gran culpable. Como si los artistas fueran súbitamente tímidos y sólo aceptaran matchear en las plataformas acompañados de algún colega.
¿Todo esto puede ser responsabilidad de la generación Bizarrap">