Desde chicos escuchamos canciones románticas, muy lindas por cierto, pero que contienen ciertos mensajes que fueron de a poco metiéndose en nuestra cabeza, induciéndonos a creencias y conductas bastante erróneas. Veamos un ejemplo en uno de los temas más conocidos del popular cantante Cristian Castro:
“He venido a suplicar
A pedirte una vez más
Que me des otra oportunidad
He venido desde allá
A decirte la verdad
Que sin ti ya no puedo volar”
A ver… Vamos por partes:
* “He venido a suplicar”
A suplicar, dice. Ajá… el tipo le “suplica”. Digamos que le ruega, le pide por favor. ¿Qué cosa? ¿Que vuelva? ¿Que lo quiera? Ah, qué loco que no me di cuenta antes. Claro, si uno le “pide”, le “ruega”, le “suplica” a una mujer que lo quiera ella se enamorará “a pedido” y vivirán juntos y felices para siempre, como supuestamente la Cenicienta con el príncipe. Que lástima que no se me ocurrió suplicarle a Jennifer Aniston.
* “A pedirte una vez más”
O sea que ya se lo pidió varias veces, pero no logró su cometido. Me gustaría saber qué le hace pensar que si se lo pide una cuarta, quinta o vigésima vez el resultado podría ser otro. “El hombre es el único ser que espera obtener resultados diferentes del mismo experimento”, decía Albertito Einstein.
* “Que me des otra oportunidad”
“Oportunidad”, dice. ¿Oportunidad? ¿Qué es la chica? ¿Una empresa a la que tendría que demostrarle que es un empleado capacitado para el trabajo? ¿Qué somos nosotros? ¿Un nueve de área que no la embocó en los últimos 10 partidos y le pide al técnico jugar un partido más">