En el universo de las plantas medicinales, existe una que genera tanta curiosidad como frustración entre los expertos: el ginseng. Aunque es una de las raíces más codiciadas por sus propiedades y su valor económico, muy pocos productores se animan a cultivarla.
Parece una paradoja: un producto que puede alcanzar precios altísimos en el mercado internacional, pero que nadie quiere plantar. ¿El motivo? Su cultivo es tan lento y complejo que se convirtió en un verdadero dolor de cabeza hasta para los más experimentados.
Ginseng: una raíz con historia y fama mundial
El ginseng tiene más de ocho siglos de historia, especialmente en la medicina oriental. Se cultiva principalmente en Corea, China y algunas zonas de Estados Unidos, donde las condiciones climáticas lo favorecen. Su forma, que recuerda al cuerpo humano, le valió el apodo de "la raíz de la vida".
A lo largo de la historia se le atribuyeron muchísimas propiedades, algunas sin respaldo científico. Sin embargo, estudios recientes sí comprobaron algunos beneficios. Una revisión de 700 investigaciones realizada por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) confirmó que el ginseng puede ayudar al organismo a recuperarse del esfuerzo físico, aumentar el rendimiento y prevenir lesiones si se utiliza como complemento nutricional, según un artículo de Cuidate Plus.
Cultivarlo es como jugar a la ruleta rusa
El problema no está en el valor que alcanza una vez que está lista para la venta, sino en todo lo que hay que hacer —y esperar— para lograr que crezca. El ginseng necesita condiciones muy específicas para desarrollarse:

- Sombra intensa durante todo el año.
- Tierra húmeda pero con buen drenaje, algo difícil de mantener.
- Evitar plagas, hongos y enfermedades que pueden arruinar años de trabajo.
- Esperar entre 5 y 10 años para obtener una raíz de calidad.
- Y tener la suerte de que el clima no juegue en contra.
Durante ese tiempo, cualquier descuido puede echar todo a perder. Por eso, muchos agricultores prefieren dedicarse a otros cultivos menos rentables, pero más seguros y rápidos.

Mientras tanto, el ginseng sigue siendo una joya rara en el mundo vegetal. Su cultivo se mantiene limitado a ciertas regiones del planeta donde las condiciones naturales y la experiencia ancestral permiten mantenerlo vivo. En otras partes, sigue siendo una quimera, un lujo botánico que desafía la lógica del mercado.
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