Cuando los analistas intentan dilucidar por qué Javier Milei sigue teniendo un acompañamiento importante de la población en las encuestas, pese al ajuste feroz que aplicó, rescatan dos datos: bajó la inflación y no tiene un rival competitivo en la oposición.
En ninguno de los dos casos hay demasiado misterio. La suba de precios fue la principal preocupación de los argentinos durante las últimas tres presidencias (Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández).
La falta de un opositor de fuste también se explica por los resultados de estas gestiones: el fracaso del modelo kirchnerista en sus distintas versiones y la experiencia fallida de Cambiemos dejó a sus referentes desacreditados.
Lo de la herencia K ya es caso de estudio: como viene contando Clarín, aunque pasó un año y medio desde el recambio presidencial, la mayoría sigue responsabilizando más a los Fernández que a Milei por la (mala) situación económica actual.
Así, con el Presidente parado solo en la mitad del ring, la grieta se ordenó en función de su figura. Y esta hegemonía en la discusión pública probablemente haya envalentonado a los libertarios para avanzar a fondo con la motosierra y la batalla cultural.
O más bien intentar avanzar a fondo. Porque el conflicto en el Garrahan, por caso, marca un límite. Les costó incluso a los defensores del modelo violeta (militantes, dirigentes, periodistas) no empatizar con médicos residentes de sueldos pobres. Y con un hospital que es orgullo nacional.
El Gobierno falló en su intento de poner en discusión el manejo de los fondos públicos para la salud e incluso presuntos excesos que no deben cometerse (sobre todo) en instituciones con este prestigio.
A su manera, un sector mayoritario de la sociedad le avisa: hay otros lugares donde pasar antes y más a fondo la motosierra y dar la batalla cultural.
Algo parecido, con una respuesta mucho más contundente, le había ocurrido con los recortes de los fondos para las universidades públicas. La masividad de la primera marcha contra los planes de Milei, que excedió larguísimamente el alcance del aparto opositor, obligó incluso al Gobierno a retocar el relato.
Así, entra en debate la efectividad de una de las máximas libertarias: esa idea de generar conflictos permanentes, como modo de construcción política, ¿vale realmente la pena con temas en los que la sociedad no tiene grieta?
Los riesgos del caso $Libra
Una nueva encuesta de una de las consultoras que mejores números le da al Gobierno trae otro dato interesante. Asegura que la principal preocupación de los argentinos hoy es la "corrupción".
En un resultado repartido, este problema se lleva el 22% de las respuestas, seguido por "pobreza" (16%), "inseguridad" (16%) e "inflación" (13%).
Fue el primer fantasma que intentó alejar el Gobierno cuando el escándalo cripto pegó de lleno en la figura del Presidente, a quien ni siquiera aceptó poner en ese rol cuando recomendó una transacción que terminó en un fraude millonario.
La justificación del error no forzado sería el mal menor para otro tema en el que la mayoría de la sociedad también se puso del otro lado del relato libertario.
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