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      La historia, a la vuelta de la esquina

      La historia, a la vuelta de la esquinaCabildo. En el corazón de Monserrat. Foto EFE

      Vivo en el corazón del antiguo Buenos Aires. El barrio de Monserrat es considerado por muchos como el primero de la Ciudad, pegadito como está a la Plaza de Mayo y muy cerca del Parque Lezama, al que no pocos expertos indican como el sitio en que el desdichado Pedro de Mendoza fundó lo que luego fue esta urbe.

      Me gusta estar mano a mano con la historia de la Ciudad de Buenos Aires, a la que amo y iro al mismo tiempo -sin dejar de aborrecerla a ratos, por cierto-. Y no pocas veces creo intuir el paso marcial de los Casacas Rojas ingleses (la mejor Infantería del planeta en tiempos de las Invasiones Inglesas, a comienzos del siglo XIX) por la calle en la que vivo o los lejanos ecos de los aguerridos gauchos y simples vecinos de Buenos Aires que destrozaron a esos soldados dos veces.

      En esta calle -Defensa, justamente- se dieron algunos de los choques más sangrientos entre británicos y porteños.

      Hoy puede resultar curioso: estos enemigos que fueron despiadados en el combate, una vez terminado el fragor, se trataron amigable y caballerosamente. Tanto, que muchos ingleses se quedaron por estos pagos e influyeron no poco en la política de las luego Provincias Unidas del Río de la Plata.

      Manuel Belgrano. Un homenaje en su mausoleo. Foto: archivoManuel Belgrano. Un homenaje en su mausoleo. Foto: archivo

      Además soy vecino del Cabildo, lo que fue La Fortaleza -después, la Casa Rosada- desde 1594, entonces merced a los caprichos del Río de La Plata. Y de la Pirámide de Mayo que, sin imponencia alguna, ilumina con elegancia la Plaza de Mayo.

      Siempre le he repetido a mis hijos y a mis alumnos que en esa plaza y entre esos edificios se constituyó eso que antes y muy exactamente se denominaba La Patria.

      El concepto ya no está vigente y es cierto que en los primeros tiempos se consideró un invento más o menos pasajero de las élites porteñas.

      Tanto fue así que la mayoría de las regiones de la Argentina se le resistieron. Uruguay, Paraguay y Bolivia se desprendieron. Otras se quedaron medio a los bufidos, medio inclinadas a la causa realista.

      Pero en la historia de esa Patria mutilada pasaron cosas, y no fútiles, como “las patas en las fuentes” de 1945, otro hito en el devenir del país, convertido en símbolo.

      Tan potente fue que el dictador Galtieri quiso reeditarlo en 1982, en el marco de la Guerra de Malvinas.

      Borges, en la sede de la Biblioteca Nacional de la calle México. ArchivoBorges, en la sede de la Biblioteca Nacional de la calle México. Archivo

      Vivo, también, a metros de lo que fue la oficina de Borges durante casi dos décadas en la dirección de la Biblioteca Nacional, sobre la calle México, lo que devendrá en monumento histórico de un momento a otro por razones más que obvias.

      Y vivo, también, muy cerca de lo que fue la casa de Liniers y del lugar en que nació Belgrano.

      Todos esos recuerdos que aparecen y desaparecen como lánguidos fantasmas me hablan de una pertenencia a la cual acaso no pertenezco.

      Sin embargo, me hacen sentir ráfagas parecidas a la felicidad del pasado entre Monserrat y San Telmo. Como si esos ecos existieran, verdaderamente.

      JS


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      Marcelo A. Moreno
      Marcelo A. Moreno

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