No alcanzó con los inestimables servicios de Luis Caputo diciendo que le había dado “vergüencita ajena” lo de Darín, que lo sobrara llamándolo “Ricardito” y que, en un alarde de lo que puede la fe de los conversos lanzara, “se quiso hacer el nacional y popular y dijo una estupidez”, por el famoso comentario del actor sobre el precio de las empanadas.
Como si no hubiera sido suficiente, y como si no hubiera quedado claro a lo que realmente apuntaba Darín, el Presidente se sintió obligado a repetir el agravio, con las mismas palabras que su ministro estrella pero un poco más allá: “Demostró ser un ignorante y un operador berreta”, remató Javier Milei, contra el mismo actor que, a su turno, fue repudiado por el kirchnerismo por osar cuestionar el patrimonio de la pareja presidencial.
“Tener un enemigo es importante no sólo para definir nuestra identidad, sino también para procurarnos un obstáculo con respecto al cual medir nuestro sistema de valores y mostrar, al encararlo, nuestro valor. Por lo tanto, cuando el enemigo no existe, es preciso construirlo”, escribió Umberto Eco en su texto “Construir al enemigo”.
Quizá sin haber leído al autor de “El péndulo de Foucault” y otros títulos emblemáticos, como buen discípulo de Cristina Kirchner, el enemigo por excelencia que ha decidido construirse Milei son los periodistas: los califica de “ensobrados”, “mandriles”, “repugnantes”, “basuras mentirosas”; los acusa de “envenenar la vida de la gente con mentiras” y sostiene que “no se los odia lo suficiente”.
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Al kirchnerismo también le molestaban los periodistas, independientes se entiende: ninguno de los extremos se queja de los verdaderos ensobrados, esos que jamás molestarán al poder con alguna pregunta incómoda, que “militan” el relato de turno. Los otros son un peligro porque interrogan, cuestionan, destapan ollas. O sea, hacen su trabajo. “Dios me puso sobre la ciudad como a un tábano sobre un noble caballo, para picarlo y tenerlo despierto”, fue el pensamiento de Sócrates que Natalio Botana eligió como slogan del diario Crítica allá por 1921. Toda una definición.
En la semana se conoció el informe anual del Relator Especial de la OEA, Pedro Vaca Villarreal, que alertó por un “deterioro acelerado del ambiente para la libertad de expresión en la Argentina, caracterizado por la baja tolerancia del Poder Ejecutivo hacia las críticas y los procesos deliberativos”, habla de “discursos estigmatizantes contra periodistas y medios de comunicación” desde altas autoridades del Estado y menciona la “batalla cultural” en que está embarcada la istración mileísta “que incluiría el señalamiento de determinados comunicadores y medios como opositores y enemigos”.
Como parte de esa “batalla cultural”, el Gobierno acaba de relanzar Paka Paka, el canal público infantil que nació en épocas kirchneristas, y fue acusado de transmitir ideología y brindar una versión partidista y maniquea de la Historia.
Si bien se planteó que el remozado Paka Paka llegaría “sin bajada de línea ideológica”, la nueva programación presenta como “docentes” a Milton Friedman, Adam Smith y Ludwig von Mises, irados todos por el presidente Milei, promueve las bondades de las bitcoins y presenta la serie “Tuttle twins”, inspirada en los libros de Connor Boyack, que se define como un luchador por la libertad, fundador del think tank Libertas Institute, que desató la polémica en torno al presunto adoctrinamiento que implica.
Su encendida defensa partió del tuitero oficial, Gordo Dan. “Si el adoctrinamiento es de derecha - escribió-, entonces no es adoctrinamiento. Enseñar socialismo no es equivalente a enseñar liberalismo, porque enseñar una no da lo mismo que enseñar la otra. Una defiende la realidad y la otra una fantasía. Enseñar uno está mal y enseñar el otro está bien”. Muy lejos de Sócrates pero también toda una definición.
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