El Plan Colchón tiene una obsesión concreta: recolectar dólares y fortalecer las reservas líquidas. Toto Caputo busca los billetes “negros” para hacer viable el plan electoral de Milei: anclar el dólar para contener los precios y encorsetar la inflación hasta octubre. También las medidas buscan otro efecto concreto: intentar reanimar un consumo que no termina de repuntar. En abril subió solo un 0,1% después de 15 caídas y la Casa Rosada lo festejó como una final de campeonato.
Javier Milei necesita calentar las compras para buscar votos en Buenos Aires. Hasta ahora – según un trabajo de Guillermo Oliveto – el consumo es dual: el 30% más rico gasta y el 70 % de la población pobre no le alcanza hasta fin de mes.
Así, el Plan Colchón apunta al electorado de la clase media acomodada. Es la única que tiene dólares y además, es el apetecible electorado del PRO y al que Karina quiere arrebatar. La medida “mágica” apunta a ablandar -y fuerte- los controles del ARCA. Ese es el punto central.
El banquero Javier Bolzico las apoyó: “Las medidas son relevantes”. Así, el audaz Plan Colchón instrumenta un cambio, que va a contramano de las políticas de control tributario de países de la Comunidad Europea y aliados de Argentina como Italia, Francia y hasta el propio EE.UU.
El atrevido plan retrotrae todos los sistemas de control creados por AFIP desde la década menemista y que instrumentó Carlos Silvani. El “cerrojo” fue una conducta en la ex-AFIP. Silvani, de reconocida tarea internacional, venía del FMI y fue Washington el que avaló esas exigencias y nuevos instrumentos para un mayor control del lavado y el dinero de la corrupción.
Este jueves no casualmente, la vocera del FMI puso paños fríos a los anuncios. Manuel Adorni los calificó de “históricos” y abonó la teoría de que el Gobierno se autopercibe refundador de Argentina. Julie Kozack advirtió: “Las nuevas medidas deben cumplir la transparencia financiera y respetar las normas anti-lavado”.
La vocera reflejó así el recelo que aún persiste en el FMI con el equipo económico. Los burócratas lograron muchos compromisos de los Totoboys: hubo una modificación en la política cambiaria, como quería el FMI. Pero –se sabe- tuvieron que inclinar su cabeza frente a la decisión de Donald Trump de bancar a Milei.
En círculos privados de Washington, ahora, Luis Cubeddu masculla: “Al final, otra vez en Argentina hacen lo que quieren”. El auditor se refiere a la estrategia que lleva adelante Toto para hacer bajar el dólar y contener los precios. La decisión política, igual, es clara en el FMI. Van a observar y verán a fin de junio los resultados del BCRA y las reservas.
Los auditores del FMI comunicaron a los lobos de Wall Street que no comparten dos cuestiones de cómo se instrumenta la actual estrategia cambiaria. Primero, no entienden la reticencia de Toto de comprar dólares y auxiliar a las delicadas arcas del BCRA. Se conoce que aún Santiago Bausili tiene reservas netas –de libre disponibilidad– negativas. Serían 3.400 millones de dólares.
También alarma la endeblez de la balanza comercial y la negatividad de la cuenta financiera y turismo. Por eso, en Washington afirman que el ministro desaprovecha un momento único para fortalecer las reservas. Está en plena liquidación el campo.
El otro cuestionamiento es sobre el actual valor del dólar. En el FMI insisten: sería mejor y más competitivo un billete de 1.250 pesos, que se ubique en el medio de la banda cambiaria. Los Totoboys decidieron ignorar esas advertencias. Afirman que tienen “la banca” de Scott Bessent para hacer lo que quieran. El ministro, además, evalúa pedir un “waiver”, en caso de que el FMI no haga la vista gorda en la primera revisión. Porque para Toto la prioridad son las elecciones de primavera: existe un plan electoral, que depende precisamente del anclaje del dólar quieto. El Plan Colchón” busca billetes para consolidar esta estrategia electoralista.
Se trata de una apuesta fuerte del dúo Toto-Bausili: un desafío para que los argentinos saquen y gasten su “canuto”. Para eso, tienen que enfrentar una limitación: hace solo un semestre finalizó el último blanqueo. Entonces, la duda persiste en el mercado: ¿El que no blanqueó en octubre, por qué va a blanquear ahora?
Los ahorristas necesitan confianza. La confianza depende de la política y la política de las elecciones. Nadie va a sacar fluidamente sus billetes del colchón hasta después de las elecciones. Primero octubre y, tal vez, la presidencial. Por eso, el plan electoral de Toto. La Casa Rosada tiene un conflicto serio en Tierra del Fuego. Se dice que se abrió una negociación con Ruben Cherñajovsky y Nicky Caputo, los dueños de la pelota.
Al frente estarían los Caputo, Toto y el Pibe. Se le habría ofrecido un sistema alternativo, pero basado en la importación de electrónicos terminados y libre de impuestos internos.
No solucionaría el conflicto social. Toto está malhumorado con los hombres de negocios: “ahora todos quieren ser Suiza mañana”. El banquero Facundo Gómez Minujin lo dijo con todas las letras: “Sin instituciones el país no prospera”. Además, pidió crecer.
El capo del JP Morgan expresó la inquietud de las multi por el desapego institucional de Javo. Milei confundió un delito en las redes –el video trucho de Macri– con la “libertad de expresión”. También son sintomáticos los papelones en el Congreso. La Justicia de EE.UU. le sacó varios cuerpos en investigar el escándalo $LIBRA.
La calentura de las multi está relacionada con Ficha Limpia. Ya la Amcham lo denunció. Milei tiene un proyecto político claro: primero destruir y después cooptar a los líderes y dirigentes del PRO.
También, seguir profundizando un pacto político con Cristina. Ese pacto lo negocian “el Pibe” Santiago y Wado de Pedro. Ambos se volvieron amigos. La propuesta es clara: ayudarse mutuamente para que Milei sea el único líder de centroderecha y Cristina, la jefa de la centroizquierda.
También trabajan para cubrirse: Milei volteó Ficha Limpia y Cristina ayudó a bloquear $LIBRAy una citación a Karina.

Como anticipó Clarín, ese pacto incluye: ampliación de la Corte, repartija de jueces y peleas que realimenten sus únicos liderazgos. En encuentros con sus leales, Cristina justificó tamaña audacia. Quiere, con Javo, destruir a Mauricio Macri. La jefa del PJ –que no apareció en CABA por piantavotos – así lo explicó: “ Macri me persiguió, Milei no”. Ambos aprovechan el piñazo electoral en el PRO. El domingo hubo un contrapunto durísimo entre Mauricio y Jorge Macri.
Se tiraron munición fuerte entre primos: cruces de facturas políticas. Hay dirigentes que ya quieren saltar a las Fuerzas del Cielo. Pero en medio del tole tole hubo un criterio básico y común: esperar, hacer valer la fortaleza en el Congreso, para negociar futuros espacios de poder con Milei. Javo está dulce y, por ahora, no quiere ceder. Repite en Olivos: “Mauricio es vengativo”. Cristina disfruta los problemas del expresidente. Lo odia y maldice a Macri.
Por Milei tiene cierta simpatía: comparte el odio contra los periodistas y ambos coinciden con sus teorías conspirativas de la vida. La Doctora trata de apaciguar la pelea con Axel Kicillof. Conoce que ahora sólo tiene poder de daño, pero no de construcción política.
Axel estaría decidido a dar batalla. Por eso, Cristina mantuvo reuniones secretas con intendentes. Sabe que sin unidad, el peronismo pierde. En esas reuniones reservadas, Cristina sinceró su ambición. Así lo dijo: “Si volvió Lula, si volvió Trump, ¿por qué yo no voy a poder volver?”.
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