La “prueba de amor” y los temores que ese “desafío” supone siempre estuvo acompañado de temores para la mujer. Claro, ellas eran consideradas el “sexo débil”. Hoy, en el terreno sexual, cabe preguntarse ¿quién es verdaderamente el más temeroso? En el mito machista, el hombre es el que sabe y tiene el poder mientras que la mujer es conducida hacia un placer desconocido. Pero los hombres (aunque les cueste itirlo) temen como las mujeres o aún más “ese momento”. Cada sexo tiene sus miedos, y en ambos los hay “esperables” o normales, y de los otros, los patológicos.
El desafío del varón
En cuanto a los primeros, en los hombres, gran parte de estos temores parten del desconocimiento de la respuesta sexual, tanto propia como de la pareja. “Mientras en la mujer existen otras preocupaciones más relacionadas con la lubricación o la posibilidad de sentir dolor, en el hombre hay cuestiones que tienen que ver con la física -afirma Andrés Flichman, psiquiatra y sexólogo, miembro directivo de la Sociedad Argentina de Trastornos de la Ansiedad-. Para el hombre, es una responsabilidad y una gran presión el tener una erección, mantenerla, poder penetrar, y controlar el tiempo de latencia hasta eyacular. Y este control, de algún modo, va contra el instinto natural biológico cuyo objetivo es la reproducción”. El miedo del hombre se origina en esta fuerza primaria que acelera los procesos e incita “a pregnar a la mujer de semen” lo antes posible, por lo que en él, el orgasmo y la eyaculación, si bien son procesos distintos, van de la mano.
Flichman advierte que “sobre todo cuando se empieza a tener sexo con una nueva pareja, la llamada ansiedad de rendimiento puede impedirles a ellos tener una erección satisfactoria o controlar la eyaculación. Este deber que sienten es normal; les sucede a todos y habitualmente se puede superar una vez pasado el desafío”, agrega Flichman. Además, hay otra gran fuente de inseguridad “esperable”, y es la cualidad de la respuesta sexual femenina, que ellos no terminan de comprender. “El hombre tiende a pensar la sexualidad de la mujer de la misma forma que la suya propia y eso es un error: para ellos es impensable el sexo sin orgasmo, no así para ellas, cuyo orgasmo no está anclado a un fin reproductivo y por consiguiente no está siempre presente”.
Por eso, los hombres temen que del otro lado de la cama no aparezca el orgasmo. “A los hombres nos cuesta aceptar que una mujer disfrute sexualmente sin llegar al orgasmo. Y nos desesperamos. “¿Terminaste? ¿Cómo te fue">