La intimidad de un bochorno mundial: gritos, llantos e insultos en la audiencia del escándalo

Gianinna Maradona no podía disimular la cara de sorpresa, bronca y asombro. Verónica Ojeda, al lado suyo, se tapaba la cara y secaba sus lágrimas. Jana Maradona tampoco salía de su indignación. El silencio en la sala de audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 3 de San Isidro se mezclaba con un clima de tensión y enojo. En una pantalla se reproducía el tráiler en el que la jueza Julieta Makintach era la principal protagonista de una miniserie que le costó ser apartada del juicio por la muerte de Diego Armando Maradona (60).

La suspensión del debate por el lapso de una semana daba a entender que la audiencia de este martes iba a ser clave. En los tribunales se corría el rumor que la jueza Makintach, que forma parte del TOC N° 2 y subrogaba el TOC N° 3, no se iba a excusar e iba a redoblar la apuesta al presentarse ante las partes y defenderse de las acusaciones.

La magistrada quedó en el ojo de la tormenta tras ser señalada como la protagonista de un presunto documental del juicio. El viernes pasado se conocieron las primeras imágenes de Makintach en el Palacio de Tribunales el domingo 9 de marzo, 48 horas antes del inicio del debate más importante del año.

El lunes se conocieron las primeras filmaciones de la producción audiovisual y una serie de entrevistas realizadas en su despacho. La caminata de la jueza hasta la sala de audiencias y la toma de imágenes desde el interior fueron vistas en todo el mundo.

En lo que la causa judicial respecta, las declaraciones de varios testigos, entre ellos el camarógrafo que tomó las imágenes, fueron determinantes para confirmar que la jueza iba a ser la protagonista de una miniserie de seis capítulos de media hora los cuales ya tenían nombre: "Justicia Divina".

El clima afuera de tribunales

La jornada del martes arrancó fría y con lluvia. Las cámaras de televisión comenzaban a instalarse en la entrada de los tribunales. El abogado Julio Rivas, defensor del neurocirujano Leopoldo Luque, uno de los siete imputados que tiene el juicio, fue el primero en llegar, como de costumbre. Se ubicó en el kiosco frente al Palacio, un punto de reunión para la familia judicial sanisidrense.

A las 8.04 entró el juez Maximiliano Savarino. De perfil bajo y con toda su carrera judicial hecha en el mismo edificio, pasó casi por desapercibido. Minutos antes de las nueve llegó la jueza Verónica Di Tommaso, bajo la lluvia y con la asistencia de su custodia. Makintach fue la última en llegar. Dejó su camioneta en el estacionamiento y caminó unos metros hasta la puerta que conecta con el edificio.

En el hall de entrada, mientras Vadim Mischanchuk, abogado de la acusada Agustina Cosachov, dialogaba con la prensa, el imputado Luque fue recibido al grito de “¡asesino!” por parte de personas que pedían justicia por Maradona. Antes de entrar por la puerta principal, el neurocirujano respondió con un manotazo, al tiempo que las cámaras y cronistas de televisión buscaban obtener su testimonio.

El clima dentro de la sala de audiencias

Luego del caos inicial, a las 10.34 entró Gianinna a la sala. Saludó a Verónica, que había llegado minutos antes. Los imputados también fueron llegando. Los únicos que tuvieron asistencia perfecta fueron dos: el coordinador Mariano Perroni y el médico clínico Pedro Di Spagna.

Enseguida Jana también se hizo presente en la sala. Desde el momento que declaró estuvo presente en casi todas las audiencias. De perfil bajo, la hija de Maradona saludó a los abogados de la parte acusadora y se abrazó con su hermana Gianinna.

El abogado Rodolfo Baqué, al que el tribunal le sacó la tarjeta roja en la segunda audiencia cuando intentó defender al enfermero Ricardo Almirón y notaron con conflicto de intereses ya que representa a otra imputada en un juicio por jurados, apareció en escena y se sentó como “asesor técnico” de su colega Franco Chiarelli.

Casi una hora después, a las 11.22, entraron los jueces encabezados por Savarino. Todos los abogados, los periodistas y el público en general apuntaron su mirada a una sola persona: la jueza Makintach.

Luego de una breve presentación de Savarino, Makintach tomó la palabra y se defendió de las acusaciones públicas. “Tengo un perfil público, no mediático. El acoso que sufrí estos últimos días arrasó con mi imagen pública, una carrera intachable”, sostuvo.

“No hay irregularidad, no hay delito, no hay mal desempeño; lo que hay es una gran operación mediática para coaccionar y apartarme de este debate y saben qué, yo no me voy a excusar, quiero dejar en claro que no me voy a apartar. Yo no voy a dar lugar a la nulidad de este debate porque no lo merece, no hay causa ni temor de parcialidad”, afirmó.

Con estas palabras, la jueza no mostró arrepentimiento antes las partes que pedían públicamente que se aparte del juicio.

El juez Savarino y Di Tommaso sentaron su postura tras los dichos y se separaron de Makintach al sostener que no fue parte del TOC N° 3 y que no sabían de la maniobra que había realizado entrando a filmar a los tribunales.

La postura corporal de Savarino, casi dándole la espalda, y la indiferencia de Di Tommaso dejaron en evidencia que había un quiebre en entre los dos jueces y la jueza. La principal diferencia que marcaron fue la carrera judicial que realizaron hasta llegar a ser jueces. Makintach fue hija del juez Juan Makintach, reconocido y de vasta trayectoria en el Polo Judicial de San Isidro.

El comienzo del fin

El fiscal general adjunto de San Isidro Patricio Ferrari tomó la palabra. Se lo notaba molesto, pero en esas situaciones Ferrari marca una diferencia. Su exposición fue contundente, sin grietas. Las pruebas que mostró causaron impacto, como ocurrió con la foto que mostró de Maradona con su abdomen hinchado, ya muerto en la cama, el primer día del juicio.

"Nos mintió en la cara”, dijo Ferrari, quien consideró que Makintach y “ofició de actriz y no de jueza”. Acto seguido mostró la primera de sus dos cartas que pensaba que no iba a utilizar. En una pantalla se mostró el guión de lo que sería la miniserie de la polémica.

El guión fue reproducido en una pantalla. Los abogados de las defensas, que no podían ver bien la televisión por su ubicación, se levantaron y se acomodaron. Los periodistas hicieron lo mismo, computadoras en mano.

La sorpresa cubrió toda sala. Los nombres, las diferentes tomas, lugares, hasta el boceto de lo que iba a decir la jueza estaba anotado, escrito, guionado. Nadie salía de su asombro, lo que fue un rumor durante meses, se demostraba que era realidad.

Verónica se agarraba la cabeza. Gianinna, a su lado, no podía creerlo. Jana, por su parte, negaba con su cabeza mientras veía cada una de las partes que señalaba el guió de “Justicia Divina”.

Mientras la pantalla reproducía el escrito, la jueza Makintach miraba. Apoyaba su cabeza sobre su mano, con la mirada firme, pero sin mirar a nadie en particular. Tampoco trató de emitir palabra.

El tráiler de la miniserie

La segunda carta del fiscal Ferrari fue un golpe de nocaut para la defensa de la jueza cuestionada: la reproducción de los avances de la miniserie, un compilado de audios, fotos y videos que están incluidos en la causa y fueron exhibidos en el debate.

La filmación editada con música iba transcurriendo mientras la indignación de Gianinna, Verónica y Jana se transformaba en dolor y llanto. “Esto es muy fuerte”, dijo Gianinna, casi como reacción sin lograr entenderlo. Su voz se escuchó en toda la sala, en la que el resto parecía haber quedado mudo.

El clima entre los presentes era de asombro, incertidumbre, de sentir que les habían mentido en la cara durante casi tres meses, como dijo Ferrari. Fue 1 minuto y 50 segundos de una mezcla de sensaciones.

“Basura, así me echaste del juicio”, le gritó Baqué a Makintach. El abogado estaba parado junto a una columna cuando le cuestionó haberlo sacado del debate. La jueza le pidió que salga de la sala, pero el abogado Fernando Burlando, quien representa a Gianinna y Dalma, solicitó que no se acepte el pedido de la vocal del tribunal. Entonces, intervino Savarino, quien dejó que Baque permaneciera en la sala.

“Queremos ver todo”, dijo Verónica Ojeda, llorando. Makintach, a pesar de que la prueba se mostró frente a sus ojos, afirmó: “No soy yo”. En ese momento, la situación ya era considerada un escándalo mundial.

Después de producir estas imágenes, la jueza volvió a tomar la palabra para ejercer, nuevamente, su defensa: “Cuando me preguntaron si quería hacer un documental me pareció raro, no era mi ámbito, pero me pareció que este juicio merecía porque la sociedad lo iba a esperar porque merecía que el poder judicial rindiera cuenta de su trabajo."

Más reacciones

"Es la imagen de la justicia. Yo no creo en una justicia ante la exposición de la prueba diga ' yo no soy´. Esto es demencial, nunca visto”, sostuvo Burlando, quien calificó lo sucedido como "un bochorno mundial".

Una de las reacciones más sentidas fue la del abogado Rivas, quien fue el primer en recusar a Makintach y dijo que se sintió "culpable” porque su pedido fue la punta del ovillo para revelar la maniobra.

“Entiendo que la doctora Makintach tenía un veredicto adelantado, una condena para un gran final; una absolución no vende. Me siento angustiado, le pido perdón a las víctimas, a mi cliente, a todos los imputados y a todos ustedes, no quería recusar, pero me vio obligado. La verdad llegó, pero tenemos que seguir trabajando para saber cómo murió Diego Armando Maradona y si hay responsables. Doctora Makitnach, yo quiero que se vaya de este tribunal y que no lo integre. Hubiese preferido que renunciara, que se excusara. Me siento triste y quebrado”, dijo Rivas.

El abogado la miró a los ojos y lloró. Se quebró como la confianza de todos sus colegas allí presentes, tanto de la acusación como de las demás defensas, que adhirieron de manera unánime la recusación de la jueza.

El último acto de Makintach como jueza en el debate fue mirar a Gianinna y a Verónica, quienes estaban sentadas a su derecha, y les dijo que desconocía el guión. A Jana ni siquiera la miró.

“Estoy tan sorprendida como ustedes. No de la entrevista, sí de lo demás, para mi es una sorpresa y parece una película de ficción”, finalizó antes de dejar de pertenecer a la justicia, esa justicia que todavía no pudo encontrar Diego Maradona.

AA