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      Auto-terapia y “buenas” lentes, el camino para lograr la fortaleza emocional

      Reeducar nuestro diálogo interno, esquivar la "necesititis" y dar batalla a la queja y al mandato social de eterna insatisfacción. Son algunas de las claves que propone el prestigioso psicólogo español Rafael Santandreu, en diálogo con Entremujeres durante su visita al país para presentar "Las lentes de la felicidad", su último libro. Maravillado con el placer de estar vivo, asegura que "el disfrute es un motor genial" y que bastan pequeñas "renuncias que simplifiquen la vida" y una "mente bien amueblada" para sonreír más y vivir mejor.

      Auto-terapia y "buenas" lentes, el camino para lograr la fortaleza emocionalCLAIMA20150319_3609 Rafael Santandreu
      Redacción Clarín

      Mucho se ha hablado de inteligencia emocional, y usted habla de "fortaleza emocional". ¿Son conceptos similares o complementarios?

      Es exactamente lo mismo. Se trata de saber estar casi siempre del mejor humor; extasiado por la vida; lleno de energía; disfrutando de lo que tenemos entre manos: del trabajo, del ocio, etc. Esto es posible mediante la educación de nuestro diálogo interno, de nuestra filosofía personal, del sistema de valores. Pero hay que hacerlo de manera profunda. Tanto que yo digo muchas veces que la terapia cognitiva es como un "contra-lavado de cerebro": te tienes que comer el coco realmente para empezar a ver la vida de otra forma.

      ¿Qué rasgos de nuestra personalidad nos vuelven "débiles emocionales"? ¿Es siempre negativa esa debilidad?

      Nos vuelve débiles la "necesititis": la creencia de que necesitamos muchas cosas para estar bien; cuando, en realidad, solo necesitamos el agua y la comida del día. Pero no me refiero solo a necesidades materiales, sino también inmateriales como "tener pareja", "que me respeten", "un trabajo emocionante", "ser listo"... Nos volvemos fuertes cuando podemos decir, como San Francisco de Asís: "Cada día necesito menos cosas y las pocas que necesito, las necesito muy poco".

      ¿En qué consiste el abordaje o terapia cognitiva, por qué razones la considera no sólo valiosa sino verificable o basada en la evidencia?

      La terapia cognitiva ha sido validada con más de 2.000 estudios sobre eficacia. Nosotros tratamos a los pacientes en 15 sesiones de media hora. Nada más. Luego, la persona sigue creciendo con las herramientas que ha aprendido y esa maduración no tiene límites. Nosotros cambiamos las creencias sobre la vida y la muerte, sobre la amistad, sobre la familia, sobre la eficacia, sobre lo que te da identidad, sobre lo que te da placer incluso para que tus nuevas creencias te faciliten la vida, te hagan fuerte y feliz. Es como tragarse la pastilla de matrix y ver el mundo de otra forma.

      En diversas entrevistas usted habla de la "auto-terapia". ¿Es posible trabajar sobre uno mismo y cambiar prescindiendo del psicólogo?

      ¡Por supuesto! De la misma forma que uno puede arreglarse el coche, si se sabe cómo. Yo he recibido correos de personas de todo el mundo que, con mis libros, han educado su mente y se han transformado de una forma espectacular: incluso en casos de trastornos serios como el bipolar. Sus psiquiatras no se lo creen, pero ahí están los resultados. Quizás algunos psicólogos se enfaden conmigo pero eso no me preocupa en absoluto. Es imposible gustarle a todo el mundo. Ni siquiera Teresa de Calcuta tenía la aprobación de todos.

      Dice usted que todo está en la mente, y que operando sobre ella cambiamos nuestra calidad de vida. Pero muchas personas sienten que su mente es algo imposible de parar, y la ansiedad es casi una epidemia. ¿Cómo lograrlo?

      La ansiedad es producto de la super-exigencia. Si abandonas esas mega-exigencias por preferencias, desaparece el estrés, el miedo y la aceleración loca que nos domina. Mis pacientes aprenden a NO decirse jamás: "¡TENGO que hacerlo todo bien!"; "¡La gente me DEBE tratar bien!"; Y "El mundo DEBE funcionar bien". Se vuelven mucho más tolerantes con ellos mismos y los demás: "Me gustaría hacerlo todo muy bien, pero es imposible y no pasa nada. Lo importante es ser feliz". Además, cuando dejas de ser un talibán emocional, todo te sale mejor, porque empiezas a disfrutar y el disfrute es un motor genial.

      Usted asegura que nuestros pensamientos son los causantes de todo lo que sentimos, de nuestras emociones. Y que podemos aprender a pensar de otra manera para vivir de otra manera. ¿Podría compartir algunas claves para lograrlo?

      Yo oigo muchas veces frases del estilo: "¡Pepe me pone de los nervios!" y yo siempre digo: "Eso no es posible". Fíjate bien: lo que sucede es que "Pepe hace algo"... LuegoTú te dices: "Eso es intolerable" y ¡ahora te pones de los nervios! Es decir, somos nosotros los que nos provocamos casi todas las emociones con nuestro diálogo interno. Las personas fuertes no hacen eso. El científico británico Stephen Hawking, un modelo para mí, no puede andar ni hablar desde hace más de 40 años y no se queja y es feliz. Su mente está educada para la fortaleza. Nosotros podemos hacer lo mismo. Yo, por ejemplo, me he convencido a mí mismo de que yo podría ser feliz en la cárcel. ¿Qué haría? Primero: no quejarme. Segundo: estudiar Medicina y Música, ayudar a los demás, escribir un libro, crear una organización para mejorar las condiciones de todas las cárceles de España... Hay mucho para hacer y ser feliz si te concentras en ello... ¡También en una prisión!

      Esto suena muy estoico...

      ¡Sí! Es que los estoicos son otro de nuestros maestros. Epicteto vivió en Siglo I en Roma y nació esclavo. Consiguió su libertad con veintitantos años y montó la escuela de filosofía más famosa de su época. Él fue feliz durante toda su infancia y juventud. Tampoco se quejaba, como Hawking, y aprovechaba sus oportunidades. ¡Yo quiero ser como ellos!

      En el libro habla de "creencias irracionales", englobando a las presiones y las sobreexigencias, y propone cambiar hacia esquemas mentales que supongan menos presión, a renuncias que nos simplifiquen la vida. ¿Cómo hacer esto en un momento en que los mercados laborales, tanto en España como en Argentina, están pidiendo la vida entera, jornadas interminables y demás?

      Paradójicamente, cuando te presionas menos, es cuando mejor rindes. No se trata de trabajar mucho o poco, sino de divertirse. Todas las mañanas, antes de empezar a trabajar me digo: "¿Qué harías, Rafael, si no pudieses trabajar de psicólogo">