En estos tiempos de pandemia y distanciamiento social, nuestros padres y abuelos recordarán aquellas épocas en las que el amor se cocinaba a fuego lento, con ilusión y fantasía, esperando pacientemente días o meses el instante para ver a la persona amada.
Conocer al otro a la distancia recupera algo de la conquista amorosa de generaciones anteriores. Salvo por la virtualidad, que marca una gran diferencia, mucho reaparece del pasado: esperas largas, separaciones forzadas, represión del deseo, masturbación, insomnio por pensar en el otro, un gran anhelo provocado por la imposibilidad de vernos.
Todo indica que el miedo, la culpa, cumplir con las reglas sociales, postergan la consumación del amor. Si bien un 43% de las parejas que han quedado separadas rompen la cuarentena para volverse a encontrar, existe otro grupo de personas que aún no se conocen en la intimidad, pero vienen cortejándose en forma virtual. Otros se consuelan con salidas (caminatas, tomar un café take away, conversar en una plaza) sin animarse a dar el paso del cuerpo a cuerpo.

El sexo no es todo
Hace unos días escucho en las consultas los beneficios de esta forma de conocerse. Con barbijo, distancia social y la tranquilidad de no sentirse presionados a tener os eróticos, aunque se deseen con muchas ganas.
Previo a la cuarentena se daba rienda al deseo sexual desde el primer encuentro, pero también muchas personas se debatían internamente acerca de esta cuestión. Si hacerlo o no hacerlo, cómo serían vistos si insistían o si se iban a la cama a poco de conocerse. ¿Y si todo se termina después de obtener lo deseado? ¿El sexo era el único objetivo">