Sexo y adultos mayores: “franeloterapia” y otras recomendaciones para elevar el erotismo

La sexualidad no tiene fecha de vencimiento. Aunque pueda resultar una obviedad, aún es necesario repetirlo, insistir en ello y reafirmarlo. ¿Por qué? Porque el mito del sexo ligado pura y exclusivamente a la juventud sigue vigente.

Lentamente, la sexualidad de los adultos mayores se posiciona en el centro de la escena: los medios de comunicación, las plataformas de streaming, la literatura, el cine, las redes sociales y el teatro muestran que la intimidad después de los 60 años es una realidad.

Patricia Hidalgo, psicóloga y sexóloga especialista en adultos mayores, destacó a Clarín que “el mito más extendido, que se mantiene en las generaciones más jóvenes, es pensar que la sexualidad se extingue con la edad y la enfermedad”. La "franeloterapia" es una gran herramienta para derribar esta falsa teoría, aseguró.

Si bien el avance de la edad aumenta las posibilidades de padecer enfermedades crónicas o alteraciones que pueden influir en este punto, “la realidad innegable es que la sexualidad nace con nosotros y nos acompaña hasta el final de nuestros días, lo que implica su continuidad a lo largo de toda la vida”, enfatizó.

En ese sentido, la profesional mencionó que es crucial entender que “la vejez no es una enfermedad, sino una etapa natural de nuestro ciclo vital, y la falta de deseo sexual no es un síntoma inherente al envejecimiento”.

¿Qué hay de la idea del sexo como un riesgo fatal para este segmento? “Pensar que la actividad sexual mata es un mito bastante curioso”, señaló la especialista al explicar que una relación sexual equivale, en términos de esfuerzo, a subir dos pisos por escalera. “La actividad sexual no solo no mata, sino que aporta numerosos beneficios físicos, emocionales y sociales, contribuyendo a una mejor calidad de vida en todas las etapas, incluyendo la adultez mayor”.

Otro punto importante en generaciones donde, mayoritariamente, la educación sexual no existió y se improvisó a través de fuentes informales -muchas veces erróneas- es que “la responsabilidad del placer y la satisfacción sexual es siempre y necesariamente compartida”. Hidalgo aclaró que esto incluye a ambos de la pareja, más allá del género de cada uno de los integrantes.

En la ardua tarea de desmitificar, la última mención corresponde a la penetración. Creer que “la única acción sexual válida es la penetración” es un mito muy presente. “Es esencial comprender que la sexualidad es mucho más amplia que la penetración; abarca también el besar, el tocar, el acariciar, el morder, el sentir con todos los sentidos. Reducirla únicamente al coito empobrece la experiencia íntima y niega innumerables formas de conexión y placer”.

Adultos mayores: cuáles son los beneficios de una sexualidad plena

“La sexualidad está hecha para ser y hacer feliz”, definió Patricia Hidalgo. Entre sus beneficios, enumeró que es un poderoso ansiolítico y antidepresivo, una vía de evasión del tedio, una fuente de intensos placeres y de desinhibiciones, así como una forma de expresar afecto y de percibir y ampliar los sentidos.

Para ella, no son los años los que definen la capacidad de sentir placer, amar y conectar. “Disfrutar de la sexualidad en la vejez es un acto de empoderamiento y una forma de contrarrestar las limitaciones impuestas por la edad y la cultura, que a menudo invisibilizan o desexualizan a las personas mayores. No detenerse frente al deseo fomenta una perspectiva más inclusiva y realista de la sexualidad humana en todas sus etapas”, aseguró.

La sexóloga (en Instagram, @patricia_hidalgo_lopez) agregó que se trata de una declaración de autonomía y una celebración de la vida en su plenitud. “Disfrutar de nuestro erotismo hasta el fin de nuestros días es abrir una perspectiva poderosa y vital para contrarrestar las visiones limitadas y negativas que a veces opacan el paso de los años”.

Además de beneficios físicos, emocionales y sociales, la sexualidad humana sostenida mantiene una continuidad en la intimidad de la pareja. “Si no hay pareja -aclaró- igualmente va a mantener una conexión con nuestra propia autoestima, ya que una de las funciones de la sexualidad es justamente fomentarla”.

X recomendaciones para una sexualidad plena en la adultez mayor

El rol de la comunicación será clave a la hora de pretender una sexualidad plena. Según Hidalgo, “abrir canales de diálogo honesto y derribar tabúes internalizados permiten a la pareja entender las necesidades y deseos cambiantes de cada uno”. Para ello, enumeró una serie de puntos a tener en cuenta:

• La construcción del deseo: el deseo no siempre es espontáneo, especialmente con el paso del tiempo. Es algo que se cultiva y se construye activamente a través de la comunicación y la exploración.

• La fluidez de la sexualidad: reconocer que los gustos y las preferencias pueden evolucionar con la edad es crucial para mantenerse abiertos a nuevas experiencias y evitar la frustración.

• La importancia de la exploración sensorial: redescubrir zonas erógenas y estimular los sentidos a través de diversos medios -como la lectura, el cine, la música, la comida u otros- enriquece la experiencia erótica.

• La incorporación de juguetes sexuales y lubricantes: estos recursos prácticos pueden añadir nuevas dimensiones de placer tanto físicas como mentales.

• Del clítoris a la lengua: las prácticas como la estimulación del clítoris o el sexo oral también van a potenciar el erotismo.

La suma de todas estas herramientas, mencionó la especialista, ayudará a que las parejas mantengan viva la llama del erotismo, adaptándose a los cambios y explorando nuevas formas de conexión y placer. “El erotismo se nutre de la conexión emocional. Cultivar la complicidad, el afecto y el apoyo mutuo fortalece el deseo y la satisfacción sexual”, destacó.

El poder de la “franeloterapia”

Más besos y más caricias. En definitiva, “franeloterapia”, recomendó Hidalgo, justificando esto como “una forma de entender la evolución natural de la sexualidad”.

“Con el paso del tiempo hay un cambio psicofisiológico que es la inversión de la fantasía a la estimulación directa. Con el avance de la edad, la respuesta sexual puede requerir estímulos más directos y concretos; y la exploración táctil, los besos y las caricias se vuelven fundamentales para despertar el deseo y el placer en ambos sexos”, afirmó.

Para ella, el reencuentro de la pareja después de los hijos, luego del 'nido vacío' y la liberación de las responsabilidades parentales ofrece una oportunidad de oro para que las parejas redescubran su intimidad y dediquen tiempo a la exploración erótica, algo que a menudo se posterga durante las etapas más agitadas y estresantes de la vida.

Un factor clave para evitar frustraciones y fomentar una experiencia plena durante esta etapa es asumir la necesidad de más tiempo, atención y dedicación, ya que la respuesta sexual en la adultez mayor puede ser menos inmediata. El desafío, entonces, es enfocarse en la intimidad de una manera diferente, quizás más pausada y sensorial.

“En esencia, la 'franeloterapia' es una invitación a una sexualidad más consciente, sensorial y dedicada. Se trata de una adaptación inteligente a los cambios naturales del cuerpo, así como una oportunidad para profundizar la intimidad y el placer en la pareja. El tiempo logra que la sexualidad evolucione”, concluyó la sexóloga.

La edad, la belleza y las falsas narrativas

El impacto de los estándares de belleza puede ser muy duro para los adultos mayores. “Cambiar la percepción de la belleza en la vejez requiere un cambio cultural profundo que valore la diversidad, la experiencia y la belleza intrínseca de cada etapa de la vida”, sostuvo Patricia Hidalgo, al tiempo que mencionó cómo “el culto al cuerpo joven y la obsesión por lo nuevo generan una presión considerable sobre las personas a medida que avanzan en edad”.

“La dicotomía entre lo bello (joven) y lo feo (viejo) es una construcción social dañina que no sólo afecta la autoestima y la percepción que los adultos mayores tienen de sí mismos, sino que también limita la riqueza y la diversidad de la belleza humana”.

La especialista señaló que “esta comparación constante con los ideales juveniles genera inevitablemente sentimientos de inadecuación y una desconexión con el propio cuerpo, llevando a muchas personas a rechazar las señales naturales de su envejecimiento, en lugar de aceptarlas como parte de su historia y su singularidad”.

Como conclusión, la psicóloga afirmó: “Es fundamental desmantelar estas narrativas falsas y reconocer que la belleza tiene múltiples formas y se manifiesta en todas las etapas de la vida. La belleza de la madurez reside en la experiencia, la sabiduría, la serenidad y la autenticidad. Es necesario un gran trabajo de autoaceptación porque la vejez será -si tenemos suerte- la última etapa de la vida”.