Redacción Clarín
El objetivo de la literatura porno es que el goce del lector sea físico, al punto de soltar el libro y dedicarse a otra cosa un poco más masturbatoria. Tal es la misión, también, de las películas, ¿quién termina de ver una porno? Nadie puede contar ni un final. Para la literatura erótica, sin embargo, hay otro punto de goce que no es sexual, sino estético.
El caso de "Grey", la cuarta parte de "50 sombras", es contradictorio. Todos hablan de su dudosa calidad estética y, sin embargo, las lectoras estan aferradas al libro como a una adicción. Genera, hay que decirlo, un efecto similar a la sexopatía: “¡He pasado hasta noches sin dormir! ¿Qué tendrá Grey que se hace tan adictivo">