Todos los sábados a la mañana en el Vial Costero de Vicente López están ellos, Tandem Norte, una organización que facilita que personas ciegas anden en bicicleta. Gracias a las bicicletas Tándem es que pueden facilitar esta actividad, las tándem son bicicletas dobles con el manubrio de atrás fijo pero en las que se necesita que dos personas pedaleen para llevarla. El grupo se divide entre guías, que son quienes ven y conducen el paseo, y guiados o protagonistas, personas con ceguera. Más allá de la inclusión y la actividad física, todos destacan el valor del grupo humano que se forma.
“El grupo creció cada vez más y se sumaron los familiares, que en general son personas jóvenes, ahí empezó también a funcionar mucho la parte social. Hay una mesa donde la gente lleva comida, bebidas, hay gente que va a pedalear y con una vuelta al circuito,le alcanza y después se queda haciendo sociales, charlando, compartiendo cosas. La parte social es muy importante en nuestro grupo y eso es lo que atrae mucha gente también”, explica José Manuel Toso, uno de los fundadores de la ONG.

La iniciativa nació primero dentro de Tiflonexos, una asociación civil sin fines de lucro que busca mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad visual, brindando distintas herramientas, siendo una biblioteca virtual su principal actividad. En 2018 empezó la idea del ciclismo inclusivo. “A mí volver a pedalear me devolvió la alegría”, cuenta Sandra Dajnowski, una de las primeras protagonistas del proyecto.
La primera sede fue en el Club KDT en el barrio de Palermo, que tiene una pista de ciclismo. Fue por septiembre de ese año que llamaron a José Manuel Toso para ser uno de los primeros guías de la iniciativa. “El proyecto se desarrolló con éxito, es decir, cada vez se sumaba más gente, más guías. más guiados y teníamos más bicicletas hasta marzo del 2020 que empezó la pandemia. Cuando empezó la pandemia cerró, obviamente cerró el club y dejamos de practicar la actividad, se suspendió todo.”, cuenta Toso.
Por la cuarentena del 2020, la actividad tuvo que frenar por unos meses hasta que permitieran volver a salir. Pedaleaba un grupo pequeño de ocho personas (el grupo original lo conformaban 30) desde San Isidro hasta Tigre y hasta la Capital. A medida que el grupo fue creciendo nuevamente fue que pensaron que andar en la calle con tantas bicicletas tándem no era muy seguro, por lo que se mudaron al vial costero de Vicente López y generaron un grupo donde surgió el nombre: Tandem Norte.

Dentro de la participación de voluntarios a ser guías, no hay tantos requisitos a cumplir. No se necesita ser ciclista profesional ya que creen en que el entrenamiento se adquiere con la práctica. Lo que sí exigen es una autorización médica de tener un buen estado físico y hacer una capacitación de una hora y media aproximadamente que finaliza con una prueba que consiste en guíar a un guía más experimentado para que evalúe el rendimiento.
“En mi primer día tuve que hacer un curso de capacitación, y desde ese día no despegué nunca más de tandem. Es un amor único y diferente porque yo siempre digo, uno recibe 1000 veces más de lo da. Fue increíble la primera vez guié, me acuerdo que era una una señora con discapacidad visual, me acuerdo de estar nervioso e ir preguntando todo el tiempo como se sentía, tenía una inseguridad que con el tiempo se me fue yendo. Pero esa primera vez, cuando escuche como todos agradecer a los guías, me largue a llorar, es un sentimiento inexplicable. Hay que vivirlo”, compartió Javier Montivero, guía de la organización hace aproximadamente un año.

José Manuel Toso destaca principalmente el tiempo que se le dedica a la actividad, aunque sea un sacrificio, todos concuerdan con que vale la pena. Tandem Norte no solo promociona una actividad física inclusiva, si no la verdadera inclusión de personas con discapacidad visual en la vida cotidiana. “Somos dos en uno ahí. Somos dos pares. Por más que el otro tenga una discapacidad, empujamos juntos la bicicleta con las mismas fuerzas, con las mismas ganas”. “Empecé por la la la esta iniciativa de tiflonexos que me invitaron y me anoté inmediatamente, de ahí nunca más lo deje porque para mí volver a pedalear me devolvió la alegría, las ganas de de estar al aire libre, de estar libremente al aire libre, porque yo siempre tengo que caminar con alguien al aire libre. Pero con Tandem Norte me siento libre, no solo por la actividad física sino por la gente con la que charlo ahí”, dijo Dajnowski.
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