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      Un tren cancelado y un viaje de colado con dos ingleses enamorados de la comida argentina: la mini travesía para llegar a Imola y ver de cerca a Colapinto

      • La formación que debía partir de la terminal de Bologna hacia el hogar del GP de Emilia-Romagna nunca dejó la estación.
      • Y hubo que improvisar para llegar a tiempo al primer día de acción en el circuito Enzo y Dino Ferrari.

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      Así llegan los fanáticos al circuito donde debuta Colapinto con Alpine

      Todo marchaba -casualmente- sobre rieles: colectivo a tiempo, tránsito intenso pero no caótico, tren elegido con tiempo para encontrar el andén correcto. Entonces, el imprevisto. Al ingresar a Bologna Centrale la escena parece sacada de cualquier manifestación porteña que está por comenzar. Tumulto, murmullos, una empleada de Trenitalia acorralada con preguntas y un aviso en las pantallas: cancelaciones. El tren Regionale 17545 con destino a Imola aparecía en la pantalla a las 9.05 y se confirmaba en la consulta a personal de la estación, que indicaba el binario 7.

      Bajar escaleras, caminar por un largo pasillo, doblar a la derecha hacia donde un malón de estudiantes universitarios caminaba en dirección opuesta y buscar el número 7 para que una escalera mecánica permitiera lograr el objetivo, previo chequeo con una pareja de ingleses sexagenarios -él con una remera conmemorativa de Ayrton Senna que confirmaba la sospecha de que su destino también era el Autódromo Enzo e Dino Ferrari-. Solo había que esperar esos 15 minutos que faltaban para salir.

      Pero, entonces, la sorpresa: “¿Qué quiere decir ‘cancelatto’?”, me preguntó el señor inglés como queriendo evadir que esa palabra italiana se parecía demasiado a la inglesa para indicar lo obvio: cancelado. Desanimada porque el plan no iba a salir como estaba planeado, el hombre vuelve a señalarme la pantalla: 17487, Imola, andén 9.

      “¿Probamos?”, les pregunto, cuando el reloj marca que solo tenemos tres minutos antes de su partida. Bajamos la escalera para volver a ese largo pasillo que conduce por el resto de los andenes, caminamos unos metros y volvemos a salir. Sin dudar, subimos a ese tren -con recorrido un poco más largo y para el que no tenemos boleto- y esperamos sentados que finalmente la formación arranque. Aliviados, les cuento que soy periodista argentina y ellos me relatan que visitaron varias veces Buenos Aires y la Patagonia. “Ushuaia hermoso y la comida, uf”, suspira ella en esa breve comunicación para sellar un vínculo inesperado.

      Franco Colapinto y su Alpine componen una de las postales de un circuito enclavado en una ciudad muy particular. Foto: REUTERS/Jakub PorzyckiFranco Colapinto y su Alpine componen una de las postales de un circuito enclavado en una ciudad muy particular. Foto: REUTERS/Jakub Porzycki

      Con un recorrido de dos kilómetros a pie, nuestros caminos se separan pero vuelven a unirse. Al fin y al cabo, Imola es un pueblo tranquilo y silencioso, con una población abultada de adultos mayores y vitales que se mueve en bicicleta.

      La marea toma la Via Appia, una calle peatonal que cruza el centro histórico ahora intervenido por la F1: desde un auto colgado en medio de la Piazza Mediagle hasta una exposición de Senna a lo largo de un camino repleto de banderas italianas y carteles que hacen referencia a una tierra atravesada por el automovilismo. "Imola, Fancity Experience", dice el pasacalles donde vuelvo a encontrar a los ingleses y les tomo una foto. Ya no los volveré a ver. Pronto, el ruido de los motores de los Fórmula 3 rompe con el silencio y recuerda que aquí, todavía, hay un gran premio por delante.



      Sobre la firma

      Sabrina Faija
      Sabrina Faija

      Redactora de la sección Deportes. [email protected]

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