El Gran Premio en Buenos Aires volvió a encender la emoción de los fanáticos del automovilismo con una propuesta única: revivir los orígenes de la competencia en Sudamérica con autos centenarios, trajes de época y un recorrido histórico desde Recoleta hasta Tigre.
La pasión por la Fórmula 1 llegó a la capital en forma de homenaje y se transformó en un espectáculo de otra época, donde cada vehículo contó una historia y el pasado volvió a rugir sobre el asfalto porteño.
Autos clásicos en Buenos Aires
El evento, organizado por el Club de Automóviles Clásicos, reunió a más de 50 autos antiguos y 44 motos. El punto de partida fue el bar La Biela, desde donde los vehículos desfilaron por la Avenida Alvear hasta llegar al parque cerrado en la avenida Quintana. Allí, la Orquesta Sinfónica de la Fuerza Aérea marcó el ritmo de la espera con un concierto en vivo.
El recorrido se completó el domingo a media mañana con la caravana rumbo al Museo de Arte Tigre, donde el público esperaba ansioso su llegada. El Imperia amarillo fue el primero en asomar por la calle Saldías, seguido de cerca por un Ballot blanco y un taxi con techo desmontable.
También participó el Dorchester a vapor de 1901, único en Sudamérica. Aplausos, celulares al aire y emoción pura: todos los autos, sin importar marca ni velocidad, fueron recibidos como campeones.

Cómo fue el recorrido del Gran Premio Recoleta-Tigre
El trazado original del evento rememora aquel que se corrió en 1906, dividido en dos etapas y con un ganador que tardó poco menos de 30 minutos en recorrer casi 40 kilómetros. Hoy, ese espíritu se mantiene vivo en cada giro de rueda, con autos Impéria, Ford, Chevrolet, Anasagasti —el primero fabricado en serie en la Argentina—, Fiat y tantos otros que siguen latiendo gracias al esfuerzo de sus dueños.

Los participantes, además de restaurar y mantener estas verdaderas joyas mecánicas, se sumergen en el personaje: trajes de época, antiparras, guantes de cuero y sombreros de copa complementan la escena.
Es un viaje en el tiempo que no solo celebra el avance técnico del país en aquella época, sino también el glamour, el diseño y la cultura que marcaron el inicio del siglo XX.
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