El frío no solo nos obliga a abrigarnos más o cambiar nuestros hábitos diarios: también afecta a nuestros perros y gatos. Las bajas temperaturas pueden modificar su metabolismo, su nivel de actividad física e incluso debilitar su sistema inmune, por lo que es clave prestar atención a su alimentación en esta época del año.
Los cachorros, los animales mayores y aquellos que pasan mucho tiempo en el exterior son quienes más sienten el impacto del frío. Ajustar su dieta no es un detalle menor: puede ser decisivo para que nuestras mascotas atraviesen la temporada sin problemas de salud.
Cuando el termómetro baja, el cuerpo de las mascotas necesita gastar más energía para conservar el calor. Esa exigencia extra puede debilitar sus defensas si no se acompaña con una dieta adecuada. De hecho, una exposición prolongada al frío y a la humedad puede aumentar el riesgo de infecciones respiratorias, bronquitis o problemas articulares como la artritis.
De acuerdo a Sebastián Robledo, vicepresidente de la Federación Veterinaria Argentina, los perros activos en invierno requieren una alimentación más energética, rica en calorías y proteínas. También desde instituciones como la Facultad de Veterinaria de la UNAM remarcan que es importante reforzar ciertos nutrientes esenciales:
La hidratación también es fundamental. Aunque en invierno las mascotas sienten menos sed, su necesidad de agua sigue siendo alta. Ofrecer alimentos húmedos o vigilar cuánta agua beben cada día es clave, especialmente en los gatos, que suelen reducir su consumo en esta época.
Un detalle que muchas veces se pasa por alto es la temperatura de la comida. Los especialistas aconsejan no darles alimentos recién sacados de la heladera. Lo mejor es que estén tibios o, al menos, a temperatura ambiente.
Cuando un animal consume algo muy frío, su cuerpo tiene que gastar energía extra para calentarlo, lo que puede hacer que pierda temperatura corporal, algo muy riesgoso en pleno invierno. Hay que recordar que la temperatura corporal de perros y gatos es más alta que la de las personas, rondando entre los 37 °C y 39 °C.
Para los gatos, se recomienda además repartir el aumento calórico en varias pequeñas porciones durante el día. Así se facilita la digestión y se ayuda a mantener la temperatura corporal estable.
Ajustar su dieta, asegurar una correcta hidratación y ofrecerles alimentos adecuados en cantidad, calidad y temperatura puede marcar una gran diferencia en el bienestar general de nuestras mascotas.
Los perros activos durante el invierno necesitan una dieta más rica en calorías y proteínas. Foto: Freepik.
Los gatos tienden a reducir su consumo de agua en invierno, por lo que hay que prestar especial atención. Foto: Freepik.
