Los niños que resultan quisquillosos o problemáticos a la hora de comer, conocidos como picky eaters, provocan frustración y estrés en sus padres que, la mayoría de las veces, desconocen cómo enfrentar la situación.
Algunas estadísticas aseguran que casi la mitad de los niños entre uno y tres años experimentará esta situación de rechazo de algunos alimentos y que luego “comerán de todo”.
Todo irá bien, claro, si los padres están atentos y, por ejemplo, no obligan a sus hijos a comer lo que les desagrada. Por ejemplo, verduras (la coliflor es la estrella en este sentido) o pescado.
Ayudarlos a coman mejor, a que abran su paladar a nuevos sabores y texturas es el camino correcto para superar este problema.

Por qué algunos niños rechazan la comida y cómo ayudar a que coman mejor
Un artículo de la Clínica Mayo, de Estados Unidos, asegura que “resulta normal que los niños pequeños tengan gustos y disgustos fuertes con respecto a ciertos alimentos. Si bien la mayoría lo supera con la edad, algunos aún tienen gustos y disgustos específicos”.
El blog BBMundo dice que los picky eaters se distinguen por comer porciones pequeñas, requerir de persuasión para alimentarse y tener poco apetito. Por otra parte, habla de la neofobia (rechazo a probar nuevos alimentos) y de preferencia por preparaciones específicas.
De mantenerse estas conductas pueden provocar malnutrición, bajo peso y estatura, deficiencia de micronutrientes y hasta problemas nutricionales debido a una dieta desequilibrada.
La Clínica Mayo, en tanto, brinda algunos consejos para que los padres puedan ayudar a los niños a probar nuevos alimentos, sin forzarlos.

Entre ellos destacan: dejarlos que ayuden a preparar la comida; dejarlos que llenen el plato y decidan qué y cuánto probarán y evitar la frustración si algo no les gusta. Los niños “pueden necesitar hasta ocho intentos para que algo empiece a gustarles”, dice el centro de salud. Además de tener paciencia, otra buena idea es ofrecer los mismos alimentos a toda la familia.
“Decirles a tus hijos que tienen que comer el nuevo alimento que se les pone delante puede hacerles sentir que no tienen otra opción. En su lugar, usa frases que les ayuden a comprender las cualidades sensoriales o beneficiosas de un alimento”, dice la Clínica Mayo.
Si el problema persiste habrá que estar atento porque puede derivar en el Trastorno Evitativo Restrictivo de la Ingesta de Alimentos (ARFID, por sus siglas en inglés). Este trastorno puede estar relacionado con un problema de salud, como la enfermedad de Crohn o el cáncer o un episodio traumático. Otra posibilidad es que esté vinculado con dificultades para percibir el olor o el sabor de algunos alimentos.
Si la postura problemática con algunos alimentos persiste en la edad adulta, realmente es difícil cambiarla. De todas maneras, valdrá la pena intentarlo. Los adultos deberían experimentar con nuevos alimentos de manera gradual. Al igual que con los niños pequeños, la paciencia y las ganas de explorar serán fundamentales y ayudarán a tener ganas de comer variedad de alimentos y no unos pocos.
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